El nuevo gobierno provisional de Egipto contiene un gabinete diverso y consumado (una señal prometedora), aunque las expectativas de grandes cambios políticas son inmerecidas dado el corto mandato del gobierno para allanar el camino ante las elecciones parlamentarias y presidenciales. Con pocas probabilidades de un plan económico a corto plazo, Egipto seguirá enfrentado a la pobreza, el paro y la inflación, además de a la violencia callejera, la tensión política y la recalcitrante Hermandad Musulmana, que ha rechazado el liderazgo transitorio como ilegítimo. El incierto entorno de seguridad seguirá desanimando a la inversión, el turismo y los negocios, a la vez que sigue recortando las probabilidades de un préstamo del FMI. Creemos que el EGP seguirá bajo presión hasta que los políticos o empresarios sean capaces de encaminar la economía hacia una trayectoria mejor.
Por Maya Senussi.