A los miembros de Europa del este de la UE no en la Eurozona, unirse a la unión bancaria de esta última podría suponerles beneficios tangibles. En una región donde los bancos matrices con sede en la Eurozona representan tres cuartos del mercado total bancario, colocar tanto a los bancos matrices como a sus filiales bajo un mecanismo supervisor único solucionaría los problemas de coordinación bancaria transfronteriza que surgieron antes y durante la crisis financiera internacional. Sin embargo, los políticos locales apuntan a que el coste asociado podría no compensar las ventajas. Estos países tendrían que transferir sus poderes de supervisión al Consejo de Gobierno del CBE para integrarse en la unión bancaria de la Eurozona y seguirían siendo incapaces de recurrir al Mecanismo Europeo de Estabilización en caso de crisis. En consecuencia, salvo en Letonia y Lituania, no hay demasiado apoyo actualmente a la incorporación en la unión bancaria en los países del flanco oriental de la UE. La desconfianza viene a subrayar en último término el entusiasmo disipante de la región respecto a unirse a la zona de la moneda única en sí.
Por Jelena Vukotic.