Como era de esperar, el pasado martes el Banco de la Reserva de Australia (RBA) mantuvo su tasa de efectivo en el 2,75%, tras el recorte de 25 puntos básicos del mes de mayo. El gobernador Glenn Stevens señaló en un comunicado de prensa que la demanda de préstamos a nivel doméstico había experimentado una recuperación, mientras que los efectos de los anteriores recortes probablemente no se habrían reflejado todavía en la economía real. Las dos referencias al debilitamiento del AUD sugieren que el RBA podrían estar inclinándose hacia una posición ligeramente más agresiva con respecto a las perspectivas para la inflación. El informe sobre inflación del segundo trimestre, cuya publicación está prevista para el 24 de julio, probablemente mostrará un incremento del IPC general, que pasará del 2,5% en el primer trimestre al 2,6% interanual, aunque esta tendencia desaparecerá rápidamente en el tercer trimestre con una caída de la tasa general hasta el 2,0%. La introducción de un nuevo recorte de los tipos este año depende en gran medida de las condiciones del mercado laboral, y es posible que se produzca otro recorte en septiembre si el informe sobre empleo de junio no muestra signos de mejora.
Por Michael Manetta.