El presidente egipcio Mohammed Morsi trata de mantenerse en el poder ante las mayores protestas en la historia del país y el ultimátum de 48 horas del ejército para que abandone su cargo y convoque elecciones, una exigencia hecha pública el pasado lunes. Si bien Morsi y los Hermanos Musulmanes están presuntamente dispuestos a alcanzar una solución política a través de un acuerdo con la oposición liberal, el tiempo se agota y la ciudadanía no parece dispuesta a aceptar otra cosa que no sea la dimisión del presidente. Si Morsi decide aferrarse al cargo todo el tiempo que pueda, los Hermanos Musulmanes podrían encontrarse completamente marginados, mientras que la ya renqueante economía del país podría quedar sumida en un estancamiento prolongado. Cuanto antes se celebren elecciones, antes podrá Egipto adoptar nuevas políticas económicas destinadas a fortalecer su financiación exterior y regresar a la senda del crecimiento y la estabilidad.
Por Maya Senussi.