La bonanza petrolífera de Noruega traspasa lentamente su cima pero los altos precios están impulsando los ingresos. Mientras, la diversificada economía ?terrestre? no-petrolera está a punto de sobrecalentarse, aunque una inflación muy baja esconde los problemas y suscita retos monetarios. Nos preocupa bastante que la política fiscal sea procíclica en año de elecciones y que un nuevo gobierno gastón empeore la tendencia. El impulso fiscal innecesario aumentará el crecimiento sólo levemente, con un derrame a las importaciones y la inflación bajo una presión moderada. El riesgo de caídas del precio de la vivienda o problemas de servicio de la deuda es bastante alto, aunque sólo se materializará cuando bajen los precios del petróleo o suban considerablemente los tipos. Ya es muy tarde para que los esfuerzos macroprudenciales del Norge hagan más que mitigar los daños eventuales, evitando futuros excesos.
Por David Nowakowski
