La pasada semana, el primer ministro japonés Shinzo Abe hizo público un borrador del paquete de reformas estructurales, la "tercera flecha" de su estrategia de crecimiento económico orientada hacia la reflación. La reacción al plan ha sido de decepción, debido a la falta de detalles y a lo limitado de su alcance, y Abe ha reconocido que la estrategia se ha visto restringida por su necesidad de concentrarse en las elecciones a la cámara alta del mes de julio, tras las cuales se pondrá en marcha una segunda ronda de reformas. Con todo, sus propuestas incluyen bastantes cosas que son de nuestro agrado, entre ellas la inversión y la reestructuración de los créditos fiscales, la privatización de infraestructuras, la reforma de la política energética y las medidas para promover la puesta en marcha de nuevas empresas y fomentar la participación de la mujer en el mercado laboral. Por otra parte, la estrategia de crecimiento delata un sutil retroceso hacia el antiguo modelo capitalista japonés dirigido por el estado, y no aborda los problemas de la seguridad social, el sistema del impuesto de sociedades y otros importantes problemas estructurales.
Por Michael Manetta.