Vladislav Surkov, el "manipulador jefe" que ha dirigido por su cuenta el espacio político, mediático e ideológico ruso desde la llegada de Vladimir Putin al Kremlin en 1999, fue destituido de su cargo de vice primer ministro el 8 de mayo. El poder de este hombre sin ideología clara no parecía tener límites, siempre y cuando sus acciones produjeran resultados positivos. Sin embargo, las elecciones de 2011 arrojaron dudas sobre la efectividad de sus técnicas políticas. Famoso por simpatizar con los manifestantes, Surkov ha sido degradado a un puesto más periférico en el gobierno. El control de la política interna se concentra cada vez más en el círculo inmediato de Putin, mientras a los demás se les margina o son despedidos directamente. La menor tolerancia ante las opiniones alternativas reforzará la justicia selectiva y la corrupción, y eso no va a mejorar el difícil contexto empresarial de Rusia. Además, la concentración de toma de decisiones políticas en un número más reducido de actores con planteamientos conservadores e intereses propios reduce cualquier probabilidad de progreso o modernización económica.
Por Evghenia Sleptsova.