La crisis financiera asiática (AFC) de los noventa coincidió con una depreciación rápida del yen, que la mayoría considera un factor desencadenante de lo que para muchos países de Asia ha sido una experiencia mucho más penosa que la crisis financiera mundial de 2007/2008. Los balances de cuenta corriente se han deteriorado en los últimos años, con las importaciones perdiendo terreno ante las exportaciones por una demanda interna fuerte y exterior débil, aunque se encontraban mucho peor en la época previa a la AFC. El vínculo entre la crisis de 1997 y una depreciación brusca del yen se explica porque Japón es la mayor fuente de inversión directa extranjera y una fuente importante de préstamos externos no de inversión directa extranjera para las economías asiáticas en rápido crecimiento. Cuando el sector bancario japonés se vio presionado en 1997 y el yen se hundió, los bancos nipones abandonaron de súbito el Asia emergente, provocando una crisis en el balance de pagos (BoP). Sin embargo, los países asiáticos ya no dependen de la financiación japonesa como antes. Dado que las circunstancias son distintas y los balances de cuenta corriente más fuertes, la preocupación por una crisis BoP es exagerada.
Por Ayoti Mittra.