Egipto continúa saliendo adelante tanto en términos políticos como económicos, pero su trayectoria fiscal es cada vez más preocupante, dado que la falta de un consenso generalizado sobre el programa económico impide la concreción del acuerdo con el FMI. Dicho acuerdo podría, no obstante, ser insuficiente para colocar a Egipto en una trayectoria sostenible. Las transferencias ad-hoc, las remesas y los controles de capital minimizan el riesgo de suspensión de pagos, pero la constante caída de la actividad económica, la inestabilidad del entorno político y la dependencia de la deuda a corto plazo sugieren que los niveles de endeudamiento y déficit seguirán aumentando por encima de la capacidad de absorción de los bancos. Creemos que existen bastantes probabilidades de que la deuda se reestructure a medio plazo, muy posiblemente en 2014, lo que tal vez implicaría la emisión de bonos a la par con vencimientos a más largo plazo, de un modo similar a lo sucedido en Jamaica en 2010. A pesar del sistema de subasta de divisas del banco central, la libra egipcia (EGP) continúa sometida a presiones y seguirá depreciándose a lo largo de 2013, lo que exige una política monetaria restrictiva.
Por Maya Senussi y Rachel Ziemba.