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La participación en la reestructuración de la deuda y rescate de Chipre sienta un mal precedente, pero no es la gota que colma el vaso

Estamos en los primeros días y todavía no se han redactado las condiciones del rescate chipriota en lo que respecta a la distribución del reparto de la carga entre los pequeños depositantes o minoristas y los grandes depositantes, no residentes o interbancarios. Con todo, algunas cosas están claras: esperamos que los resultados de EEUU superen constantemente a los de la Eurozona, el contagio ha sido restringido y debería seguir estando contenido (las peculiaridades de Chipre deberían mitigar tanto el contagio a los depositantes como el contagio financiero más general en la periferia de la Eurozona), el rescate de Chipre es otro mal precedente para la gestión de la crisis de la Eurozona, y la Eurozona ha cruzado una línea, sentando estos precedentes a pesar de los compromisos verbales realizados para la unión de la Eurozona (unión bancaria). La postura adoptada con respecto a Chipre señala de una vez por todas la mayor necesidad de agilizar y ampliar la unión bancaria con el fin de evitar el aumento de la dispersión de los mecanismos de transmisión monetaria entre los estados miembros de la Eurozona, ya que las condiciones del rescate chipriota son negativos para los esfuerzos de las transmisiones monetarias directas del BCE por revertir la balcanización bancaria. De nuevo cobra fuerza el argumento que defiende la debilidad económica, los superávits por cuenta corriente y los malos resultados financieros de la Eurozona.

Por Arnab Das.

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