Uhuru Kenyatta ha sido el vencedor de las elecciones presidenciales del 4 de marzo en Kenia, con un 50,07% de los votos, desafiando las encuestas de opinión preelectoral y nuestras expectativas de una segunda vuelta. Raila Odinga, que recibió el 43,3% de los votos, ha anunciado que impugnará el resultado ante el Tribunal Supremo. Pese a unos comicios relativamente pacíficos, la tensión política, que las autoridades no se encuentran en la medida de controlar, podría volver a encenderse dada la persistencia de muchos factores del conflicto de 2007 y en particular las disputas territoriales. El retraso asociado a la impugnación de Odinga recalca nuestra preocupación por la implementación política, incluso si no esperamos el resurgimiento de la violencia. La relativa estabilidad debería apoyar a los activos de Kenia, en especial el chelín, y probablemente allane el camino para una emisión de eurobonos. Sin embargo, el inminente juicio de Kenyatta en la Corte Penal Internacional presenta una fuente importante de incertidumbre para Kenia y su economía. Aunque improbable, existe la posibilidad de que la UE y EEUU impongan sanciones a Kenia o desvíen sus ayudas e inversiones.
Por Maya Senussi.