La incertidumbre reinante tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Kenia del 4 de marzo plantea riesgos económicos y políticos. Las tensiones políticas, que las autoridades no se encuentran en la medida de afrontar, podrían estallar de nuevo, aunque no esperamos una masacre generalizada. La disminución de los riesgos de cola globales y una demanda doméstica más sólida, apoyada por el gasto de campaña y post-electoral, implican un crecimiento más rápido del PIB, si bien los riesgos para el pronóstico fiscal a medio plazo de Kenia continúan, a la luz del débil control de la administración sobre los gastos. La victoria de Uhuru Kenyatta (acusado por la Corte Penal Internacional de incitar a la violencia en las elecciones de 2007) sería una mala noticia para la economía por las sanciones y el aislamiento internacional.
Por Maya Senussi y Adam Collins.