Las protestas sin precedentes que han tenido lugar este mes en Kuwait, las cuales estallaron después de que el emir gobernante instase al gobierno a que modificase las leyes electorales antes de las elecciones parlamentarias anunciadas para diciembre, se basan en la opinión generalizada de que la política kuwaití necesita un cambio más fundamental: el emir ha intervenido para imponer una impopular reforma electoral, mientras que los activistas de la oposición insisten en que el camino a seguir es aumentar, y no reducir, la participación democrática y la transparencia. Debido a que ambas partes están aparentemente obstinadas, no esperamos una solución negociada a corto plazo, aunque la familia gobernante mantendrá su estrategia a dos bandas de comprar lealtades por medio del gasto en transferencias mientras reprime a los disidentes. Hasta que se alcance una resolución, la parálisis política que ha impedido la aprobación de necesarios proyectos de infraestructuras públicas continuará dificultando el crecimiento. Si bien se han mantenido las transferencias a los kuwaitís, se completaron menos de dos terceras partes del gasto de capital previsto en el ejercicio fiscal 2011/12, lo que supone un descenso del 2,3% interanual, ya que los parlamentarios se mostraron preocupados por la corrupción en la ejecución de los proyectos y, aparte de un cambio en el sistema político, esperamos que el consumo y la producción de petróleo impulsen el crecimiento (las transferencias a la población son mucho menos discutidas).