El gobierno japonés deberá seguir enfrentándose a sus problemas de deuda y de déficit durante mucho más tiempo de lo se cree. Puede ir saliendo del paso a duras penas durante los próximos 10 a 15 años antes de encontrarse con limitaciones significativas que le obliguen a introducir un doloroso programa de austeridad o que le empujen hacia una suspensión de pagos. Cuanto más tiempo existe un diferencial de producción negativo, más se reduce el potencial de producción, reduciendo el conjunto de los recursos reales que el gobierno puede obtener cada año para cumplir con sus obligaciones de deuda. Sin embargo, en estos momentos no es ningún problema debido a que el sector privado nacional (de donde proceden esos recursos reales) es también el mayor titular de los pasivos de las administraciones. Esta circularidad ofrece al gobierno una flexibilidad mucho mayor que si sus reclamaciones de activos tributarios y fiduciarios no correspondiesen también a sus principales acreedores. Con todo, el debate público acerca del modo de enfrentarse al desequilibrio entre los impuestos y la deuda no es fácil de resolver, y resulta todavía más difícil hacerlo cuando el conjunto de recursos que se reparten se reduce cada vez más, de ahí la necesidad de crecer de consolidar.
Por Michael Manetta.