El mundo financiero apuesta por Obama aunque se sienta más próximo al aspirante
En la política norteamericana, el que pierde Wall Street pierde las elecciones. Y eso coloca a Romney por detrás. La historia demuestra que, cuando se aproximan unas elecciones presidenciales, Wall Street ?representada por los bancos, brokers, seguros e inmobiliario- tiende a ir con el ganador.
Eso no significa que Romney, que ha hecho toda su carrera en capital riesgo en Bain Capital, y Paul Ryan, que una vez propuso transformar una porción de las cotizaciones a la Seguridad Social en cuentas personales de inversión, no estén en sintonía ideológica con la industria financiera. Lo están.
No significa que los inversores que apoyan los principios fiscales conservadores hayan abandonado a Romney a favor de Obama. No lo han hecho. Lo que significa es que Romney sigue por detrás en las carreras clave. Va por detrás al menos por cinco puntos en los Estados críticos de Ohio, Florida y Virginia, según las últimas encuestas. Wall Street quiere cubrir sus apuestas, comprar influencia y estar del lado ganador. Por tanto, tiene que elegir: apoyar al perdedor o al ganador.
Y Wall Street siempre va con el ganador.
Ocurrió en 1996, 2000 y 2008. Los presidentes Clinton, Bush y Obama vieron cómo se disparaban las contribuciones justo antes de las elecciones, según los datos de la Federal Election Commission. Lo más cercano a una excepción a la regla fue en 2004, cuando el candidato demócrata John Kerry empezó a ver un aumento de las contribuciones de Wall Street en las últimas semanas antes de las elecciones. ¿La razón? Una carrera ajustada con un resultado incierto. Y, aun así, el presidente Bush venció en contribuciones a Kerry por 2 a 1. De no haber pasado eso, habría sido 3 a 1.
Este año tiene una pinta parecida. Romney ha levantado 28,6 millones de donantes del mundo de las finanzas, los seguros y las inmobiliarias. Obama había captado 12,2 millones hasta el 21 de agosto, pero se habla mucho de cómo se ha cerrado la diferencia desde entonces.
Hasta ahora, Romney ha sido financiado por Wall Street. Sus cinco mayores contribuidores son personas y organizaciones que tienen que ver con Goldman Sachs, JP Morgan, Morgan Stanley, Bank of America y Credit Suisse, según Opensecrets.org.
Pero Obama tiene el momentum. El presidente captó un total de 114 millones de todos los sectores en agosto, un 40% más de lo captado en julio. Romney consiguió 111 millones, más o menos lo mismo que ha captado cada mes este verano.
Hay otros signos de que Wall Street está apostando ahora por Obama. El índice de LPL Financial Wall Street Election Index, que mide el comportamiento de los sectores próximos a los demócratas y a los republicanos, ha girado bruscamente hacia el lado demócrata desde junio.
Intrade, un mercado de futuros especializado en estas probabilidades, otorga a Obama un 66,3% de mantenerse en la Casa Blanca. Obama ha logrado un incremento de casi 10 puntos desde mediados de junio. En una noticia quizá más relacionada de lo que parece, Intrade predice las probabilidades de que EEUU entre en recesión a finales de año en el 7,35%, de que el Dow Jones acabe en torno a 13.000 en el 75,8% y de que un país salga del euro en el 16,3%. Todos los cuales son máximos del año.
Por otro lado, una encuesta de la CNBC entre profesionales de Wall Street da a Obama una probabilidad de casi 2 a 1 de ganar. También reflejan algo de lo que habla el columnista de Huffington Post y ex reportero del Wall Street Journal Mark Gongloff: ?Se llama proteger tus apuestas. Indica que, aunque Wall Street puede quejarse por una victoria de Obama, tampoco parece esperar que todo el comercio se pare y que todas las empresas privadas sean nacionalizadas inmediatamente tras la reelección del presidente?.
Además, Obama ha sido mejor con Wall Street de lo que a nadie le gustaría admitir: bajos tipos de interés, rescates expandidos, relajación monetaria, regulaciones relajadas y falta de persecución para los pecados de la crisis. ¿Sería Romney todavía más amable? Probablemente. ¿Ganará? Las apuestas están en su contra.