El índice manufacturero ISM estadounidense señaló una contracción de la actividad manufacturera por tercer mes consecutivo, pasando de 49,8 en julio a 49,6 en agosto, más cerca de nuestras expectativas que de las del consenso. Esta debilidad estuvo encabezada por los nuevos pedidos y el trabajo acumulado: los primeros se contrajeron por tercer mes consecutivo, con una aceleración de la caída y énfasis en las "dificultades" en los comentarios de los encuestados, mientras que los inventarios se están acumulando. En su conjunto, estos indicadores sugieren que se avecinan descensos de las actividades de producción. Este índice es una señal de advertencia (las lecturas contraccionistas del PMI coincidieron con las fechas de la NBER en las dos últimas recesiones), pero todavía no haremos saltar todas las alarmas: el límite de 45 para el índice PMI es más útil como indicador de una recesión. Lo último que necesitamos es la complacencia de los responsables políticos: la prudencia por parte de las empresas podría convertirse en una desaceleración autocumplida si no se aprecia la llegada de un alivio político a corto plazo.
Por Prajakta Bhide.