Finlandia se mantiene fiel a su planteamiento basado en una estricta austeridad, categóricamente opuesto a nuevas ayudas a las economías más débiles de la Eurozona, y existe una pequeña posibilidad de que Finlandia decida abandonar la Eurozona a medida que aumente su insatisfacción con los pasos que la unión monetaria está tomando para solucionar la crisis de la deuda. Mientras que los argumentos a favor de la permanencia son fundamentalmente históricos, institucionales y políticos, las consideraciones puramente económicas, en términos generales, sugieren que lo más sensato sería abandonar la Eurozona, especialmente a largo plazo. El principal riesgo reside en que tras las próximas elecciones (que probablemente no tendrán lugar hasta 2015) se forme un nuevo gobierno alrededor de los actuales partidos de la oposición, lo que podría forzar la salida de Finlandia ya que dicho gobierno no aceptaría un incremento de la cooperación dentro de la Eurozona. La salida es muy probable en nuestra hipótesis pesimista, pero el riesgo también es elevado en la hipótesis secundaria al alza que incluye la creación de una unión de las transferencias.
Por Mikko Forss.
