Con un 51,7% de los votos en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, François Hollande se ha convertido en el segundo presidente socialista de Francia. A menos que el nuevo gobierno actúe rápidamente para atenuar las legítimas preocupaciones acerca de la sostenibilidad fiscal y la capacidad para potenciar el crecimiento a largo plazo de Francia, existe un riesgo real de que sus costes de financiación con respecto a los de Alemania sigan creciendo y que Francia se vea todavía más arrastrada dentro de la crisis de la Eurozona. El mayor riesgo al que se enfrenta Francia es la atmósfera postelectoral de complacencia y falta de urgencia, que podría limitar tanto la voluntad como la capacidad del nuevo gobierno para responder con celeridad a la evolución de los mercados económicos y financieros.