Aunque el informe crediticio del mes de abril del BCE confirmó la flexibilización de los patrones crediticios, tal como sugirió la evolución de los márgenes interbancarios, la demanda de créditos sufrió un descenso superior al previsto. La caída de la demanda de créditos entre las presiones de desapalancamiento en respuesta a la recesión en la Eurozona significa que es improbable que la liquidez adicional de las operaciones de refinanciación a largo de 2-3 años desemboque en una nueva política crediticia en la economía real, sino más bien en la flexibilización del ritmo del desapalancamiento. Aunque el informe confirmó una pronunciada mejora del perfil de los patrones crediticios, se han acentuado las restricciones de la demanda.