A pesar de los avances extraordinariamente positivos desde el acceso al poder del gobierno tecnócrata de Mario Monti el pasado mes de noviembre, entre ellos el pronunciado descenso de los costes de financiación de la deuda soberana, la economía italiana continúa enfrentándose a graves dificultades a corto plazo. Es probable que el lastre fiscal y las dificultades de la demanda interior den lugar una profunda contracción económica en 2012, antes de que las condiciones mejoren gradualmente en 2013. Si bien el gobierno ha hecho grandes progresos en el ámbito de las reformas estructurales, estas medidas todavía tardarán en dar su fruto, por lo que Italia no registrará un crecimiento significativo durante los próximos años.
Por Mark Willis.