Ya sé que está harto de celebraciones. Pero el Día de la Mujer Trabajadora que se celebra el 8 de marzo, es la excusa perfecta para recordar ciertas cosas. Más en estos tiempos en los que, tras pervertir por abuso términos como la igualdad, la conciliación y el liderazgo femenino, la crisis nos ha enmudecido. Otra cosa es que hayan mejorado las cosas. Pocas. Se puede echar mano a la aritmética y compartir porcentajes. El 35% de los diputados son mujeres, hay un tercio de senadoras, un 59% de los fiscales, un 65% de juezas y un 46% de magistradas. Buenas noticias.
La empresa es otra cosa. ¿Presidentas en las empresas del Ibex 35? Ninguna. Vicepresidentas: un 8%; y consejeras un 11%. Vaya.
Pero es mejor echar mano al humor. Hay mujeres que estos días son noticia. En cierto modo, me recuerdan a las que seguían al pie de la letra las enseñanzas de la Sección Femenina que recomendaban a las esposas estar siempre sonrientes con pantuflas y cena preparada ante la llegada del macho alfa a casa.
Mi compañero Javier Romera -uno de los periodistas con más chorizos (confesos) en su agenda- publicaba hace unos días un reportaje sobre Ruiz Mateos en el que contaba que el empresario (?) había dejado a sus hijas las casas y a sus hijos las empresas. Yo, siempre con el colmillo a punto, pensé en una herencia con tinte machista. Ellos, listos, que gestionen. Ellas, menos inteligentes, que decoren las mansiones, aunque sean embargadas. Luego, como suelo cambiar de opinión, pensé que para cargar con esas joyas empresariales, me quedo con el casoplón, que dará menos problemas.
Otra señora con poca vista es la Infanta Cristina. Ella no sabía nada, no tenía constancia de nada, aunque supongo que no obvió el notable cambio de vida mejor. ¿No preguntaba? ¿Acaso reducía su vida a tener pantuflas preparadas para la llegada de su marido? La mujer de Diego Torres, sin embargo, por ser lista y estar al tanto, ha acabado imputada. A algunas, lo de la Sección Femenina les ha salido rentable.