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¿Qué frena a las emprendedoras?

Motivos culturales, financiación y la conciliación son algunos de los obstáculos. Prefieren montar negocios en el sector servicios, evitan el industrial y son menos ambiciosas.

Las mujeres siguen siendo menos emprendedoras que los hombres. Y no será por falta de medidas que tanto desde el Estado como desde diversos organismos se promueven para conseguir la igualdad de género, como es el caso de instituciones, entidades financieras, o asociaciones de empresarias. Entonces, ¿cuáles son los problemas que impiden a las mujeres emprender?

Más que a la desigualdad, se debe a los resquicios culturales. Así lo afirma la directora de formación del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, Beatriz Zafra, que reconoce la tradición cultural como una de las principales razones de que la mujer no se anime tanto como el hombre a montar su empresa. "El emprendimiento es un riesgo que tradicionalmente han adoptado los hombres", afirma.

Asimismo, también reconoce el acceso a la financiación como otra de las trabas principales con las que se encuentran. "Cuando vas a pedir un crédito al banco, si estás en bienes gananciales tu pareja tiene que firmar los papeles; y mientras la mujer tiende a apoyar más a su marido en el emprendimiento, los hombres en términos generales son más reticentes a que la mujer emprenda", explica.

Sin embargo, hay discrepancias al respecto. Inmaculada Álvarez, presidenta de la Asociación Española de Mujeres Empresarias (Aseme) opina que ya no existen diferencias. "Las mujeres se animan a emprender porque ahora no hay tanto empleo en la contratación privada", apunta. Tampoco considera que la falta de apoyo por parte del hombre sea un motivo determinante. "Actualmente, lo normal es que tanto uno como el otro vayan de forma independiente. Lo de los avales del marido se ha quedado un poco obsoleto", afirma.

No obstante, Rachida Justo, profesora de Gestión Emprendedora de IE Business School, asegura que el apoyo masculino al que se refiere Álvarez se da en casos excepcionales. "Suele ser porque el marido da clases o tiene una profesión y un horario que a ella le facilita su dedicación a la empresa", explica la experta.

Sin embargo, determina que la falta de financiación es el principal problema que encuentra la mujer para montar un negocio. "Por eso hay más ayudas que se dirigen a ellas", explica Álvarez. Rachida Justo tiene claro qué ocurre: "Es verdad que a nivel institucional hay más líneas de crédito destinadas a las mujeres; pero sumando todo eso no es nada en comparación con el capital disponible del sector privado (bancos, business angels y capital riesgo). Además, la mayoría de los fondos que hay para mujeres (por ejemplo los microcréditos) son para un modelo de negocio más cercano al autoempleo y la subsistencia que a otra cosa.

Más preparación, menos riesgo

Las expertas consultadas coinciden en que el perfil de la empresaria ha cambiado. "Antes era una soltera o viuda que tenía que sacar adelante a su familia, y ahora vemos a chicas muy jóvenes que tienen una idea concreta de lo que quieren montar, y que además de tener una formación más alta que antes, quieren crear su propio negocio", explica Álvarez.

"El perfil es de una mujer de entre 25 y 40 años con estudios superiores que, o se han quedado en paro, o quieren buscar otra opción de trabajo. Además, la motivación para emprender suele ser por vocación, no por necesidad. En términos generales, desarrollan algo que les gusta", asegura Zafra.

Sin embargo, el sector servicios sigue siendo el elegido por ellas para montar un negocio, porque se arriesgan menos, y son más reticentes a la internacionalización. "Crean empresas de supervivencia porque son menos ambiciosas y más conservadoras en cuanto a exportar, y aunque toquen todos los campos, son más tradicionales", explica Zafra.

Rachida Justo explica que es más una cuestión de conciliación con la vida personal. "En el 80 por ciento de los casos no hacen crecer más a la empresa porque es incompatible con el cuidado de los hijos", señala. Lo mismo pasa, dice, con el cierre de las empresas. "Las mujeres fracasan más, pero luego observas las razones del cierre y tienen más peso los motivos personales que los económicos", añade.

Datos confusos

Si hablamos de información, es muy complicado conocer con exactitud el número de empresarias. "Hay estudios del INE que señalan que el porcentaje de mujeres que crean empresas es de un 34 por ciento frente a los hombres, pero el tema de las empresas por sociedades no se puede medir. Sólo puede conocerse si la persona que aparece como administrador es mujer o no, pero eso no quiere decir que sea empresaria efectiva. Es una de las cosas que reivindicamos a la Secretaría de Estado de Igualdad", apunta Zafra.

Además de estos aspectos, la presidenta de Aseme considera el miedo a equivocarse como una de las principales trabas que les frenan. "Un cierre se considera un fracaso y hay gente que no lo vuelve a intentar porque aquí se pone la etiqueta de fracasado, cuando en Estados Unidos crean 3 ó 4 empresas hasta que dan con una que funciona. Por eso digo que es un tema cultural", explica Álvarez.

Por su parte, María Benjumea, presidenta del Spain Investor & Startup Summit, considera que en nuestro país "cada vez hay más espíritu emprendedor. Hay proyectos interesantes liderados por mujeres, lo que pasa es que les falta acercamiento, ese networking que tanto les ha funcionado a los hombres a nosotras nos cuesta más; y como dice una mujer que conozco, hay que hincharse a comer croquetas".

Entre los organismos que apoyan el emprendimiento, el Consejo Superior de Cámaras cuenta con el Programa de Apoyo Empresarial a las Mujeres (Paem), que facilita ayuda tanto en el inicio de la idea empresarial como en su puesta en marcha y consolidación. Ofrecen información y asesoramiento en temas jurídicos, planes de viabilidad, estudios de mercado o ayuda con los trámites administrativos. "Hemos hecho programas de sectores emergentes para impulsar a que las mujeres no creen las empresas que tradicionalmente crean", indica Zafra.

También se potencia el emprendimiento a través de la Red Española Cameral de Mentorización a Empresas (Recame), un proyecto que forma parte de una red europea de mentores de 17 países basado en la formación de empresarias a través de la puesta en común de conocimientos y experiencia de empresarios experimentados. Pero hay más organismos, desde las escuelas de negocios hasta el Instituto de la Mujer, que asesoran y orientan a aquellas que estén interesadas en todo el proceso que conlleva montar un negocio.

En todo caso, María Benjumea considera que apenas han pasado dos décadas desde los grandes cambios y se muestra optimista con el presente y el futuro. Ojalá sea solo cuestión de tiempo para que los porcentajes mejoren.

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