El pasado miércoles, S&P rebajó la calificación crediticia de Hungría hasta la categoría de basura, tras la ruptura de las conversaciones preliminares sobre el nuevo programa de ayuda financiera al país. Esta decisión hará aumentar la presión sobre el gobierno liderado por el Fidesz para que abandone su cantinela de "independencia económica" y vuelva a unir lazos con los prestamistas internacionales. Debido a las presiones de los mercados y al vencimiento de deuda externa por valor de 4.700 millones de euros en 2012, Hungría necesita una red de seguridad del FMI con el fin evitar una descomunal crisis de balanza de pagos ante la crisis de deuda de la Eurozona.