Ayer entró en vigor la gobernanza del paquete de seis de la UE, que impone sanciones financieras por déficits fiscales excesivos, una vigilancia más estricta de los requisitos de relación entre deuda y PIB, una nueva "referencia de gasto", un procedimiento para desequilibrios excesivos y un sistema de alerta anticipada compuesto por 10 indicadores. Si bien se trata de pasos en la buena dirección, la prioridad debe ser detener los movimientos especulativos sobre bonos soberanos y apoyar el crecimiento con una política monetaria anticíclica y una flexibilización cuantitativa no esterilizada. La negativa categórica a que el BCE participe en una respuesta inmediata a la crisis, ya sea como respaldo para el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera o a través de una ampliación del programa de mercados de valores, hace que cualquier acuerdo para la toma de medidas a más largo plazo resulte obsoleto.