En la cumbre de hoy, es muy probable que los líderes de la Eurozona confíen en una gran bazooka para rescatar a Italia y a España y así poner freno a una crisis inmediata, al tiempo que se acordarán algunos cambios en el tratado como primerísimos pasos hacia un largo proceso para alcanzar la unión fiscal. Existía la esperanza de que, si los líderes de la Eurozona aceptaban la introducción de cambios en el tratado, la canciller alemana Angela Merkel consideraría que ya había conseguido suficientes concesiones como para permitir al BCE intervenir para adquirir deuda soberana de forma más significativa. Sin embargo, el presidente del BCE Mario Draghi se encargó ayer de enfriar estas expectativas cuando declaró que el BCE no ampliaría sus compras de bonos. En última instancia, creemos que la cumbre de la UE no solucionará ninguno de los problemas fundamentales que subyacen a la crisis de la Eurozona, aunque será un éxito en lo que mejor saben hacer sus líderes: ganar tiempo.
Por Megan Greene.
