A pesar de estar menos expuesta a los impactos externos que sus iguales de la CE-3, con economías más abiertas, la economía polaca no escapará a las consecuencias de la desaceleración de la Eurozona. El sólido consumo privado, que mantuvo aislada a la economía en 2008 y 2009, continuará siendo un motor de crecimiento en 2012, aunque a menor ritmo, mientras que la reducción de las trasferencias de fondos estructurales de la UE hará que la inversión pública se reduzca. El aumento de la restricción fiscal, junto con la desaceleración de la actividad económica, dejarán margen para la flexibilización de la política monetaria el próximo año, suponiendo que disminuya la presión sobre el zloty.
Por Jelena Vukotic.