El 27 de octubre, cientos de personas participaron en una violenta protesta contra el pago de impuestos en la provincia china de Zhejiang, el último de una serie de disturbios cada vez más intensos en rechazo a las confiscaciones de tierras sin compensación, el aumento de las desigualdades y la desenfrenada corrupción oficial. Como respuesta, el gobierno está tomando medidas más drásticas mediante el lanzamiento de una campaña de "gestión social". Este endurecimiento del control ante un descontento político cada vez más profundo y generalizado reducirá el margen de maniobra para que los líderes chinos hagan frente los problemas que están apareciendo en la economía del país.