En su última junta de política monetaria, el Banco de Inglaterra anunció un incremento de 75.000 millones de libras en el tamaño de su línea de adquisición de activos -segunda ronda de flexibilización cuantitativa- con lo que llegará a los 275.000 millones de libras. La inyección prevista, mayor de lo esperado, está diseñada para producir un efecto de "conmoción y admiración" en los mercados. La decisión de lanzar la segunda ronda de flexibilización antes del informe de inflación de noviembre indica que el Banco está preocupado por las perspectivas de crecimiento de Reino Unido y dispuesto a respaldar el crecimiento económico -en especial la demanda nacional- mientras la economía presencia un período de clara incertidumbre en el extranjero y una dolorosa austeridad fiscal en casa.