Las elecciones que se celebrarán en Egipto este otoño y el próximo año serán la prueba clave para la Primavera Árabe. Las huelgas y las nuevas protestas están minando los esfuerzos para la recuperación de la estabilidad; por consiguiente, los líderes políticos deberán demostrar su visión y su progreso con la implantación. Con unos precios del petróleo más suaves, los gobiernos se verán obligados a utilizar una mayor cantidad de fondos de financiación para mantener la estabilidad política, y se verán obligados a aumentar la responsabilidad, incluso en el GCC, donde se han desbordado ligeramente las presiones políticas. La aparición de unos nuevos protagonistas regionales como Turquía, brinda una fuerza renovada para el avance en antiguas cuestiones y en unos modelos económicos positivos, pero la implantación de las reformas políticas y económicas será lenta.
Por Ayah El Said, John Prosser, Maya Senussi y Rachel Ziemba.
