El 24 de agosto, el Servicio Inversores de Moody?s rebajó un peldaño la calificación de la deuda de Japón, que pasó de Aa2 a Aa3, debido a las dificultades que afronta Japón para reducir el aumento de su relación deuda-PIB, y que el FMI prevé que alcanzará este año el 233%. Los esfuerzos de reconstrucción relacionados con el terremoto del 11 de marzo de 2011 suponen una carga adicional para la deuda pública de Japón, que aumentó exageradamente la pasada década y sobrepasó el 200% respecto al 60% de los años 90. La máxima preocupación para el sucesor del Primer Ministro Naoto Kan, que se espera que dimita antes de que finalice el mes de agosto, será decidir si aumentar los impuestos para poder financiar los gastos de reconstrucción, una decisión crítica con vistas al mantenimiento del crédito de Japón. No se espera una crisis de deuda soberana a corto plazo (2011-2015) pero, si no se produce una reforma fiscal sustancial, aumenta la probabilidad de una crisis a medio plazo (2016-2020), y de que se convierta en especialmente problemática a largo plazo (a partir del 2021), cuando la población empiece a descender con mayor rapidez.