El Banco de Inglaterra revisó a la baja sus previsiones de crecimiento e inflación en su informe de inflación de agosto, prediciendo que la inflación caería por debajo del objetivo del 2,0% a medio plazo y que el PIB crecería un 1,4% en 2011 y aproximadamente un 2,0% en 2012, significativamente por debajo de la anterior previsión del 2,5%. El Banco de Inglaterra visualizaba un "crecimiento relativamente lento en la zona euro", con una serie de vientos en contra mundiales y nacionales, incluyendo el exceso de deuda pública y privada. El informe también subrayaba unas tensiones renovadas de financiación para los bancos, desembocando en grandes márgenes de endeudamiento, férreas condiciones crediticias para los hogares y un "crecimiento excepcionalmente débil del crédito y dinero en Reino Unido".