En el 1T de 2011, el IPC de Australia registró su mayor incremento desde el 2T de 2006, elevándose un 1,6% de trimestre a trimestre, impulsado por los incrementos en los precios relacionados con las inundaciones para frutas y verduras, y por una subida de los precios del petróleo. La fortaleza del dólar australiano contribuyó a amortiguar las presiones inflacionarias.