El terremoto de magnitud 8,9 y posterior tsunami del noreste de Japón podrían tener repercusiones para las aseguradoras, la repatriación de los ahorros domésticos desde el extranjero, los flujos de salida de caja de las empresas (y, por consiguiente, el yen), los niveles de deuda pública y la producción de automóviles y electrónica.