Es cierto que aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor siempre suena a tópico, pero no es menos cierto que es lo primero que se nos viene a la cabeza cuando vemos cómo cada vez quedan menos representantes de una época dorada, en la que el glamour, la elegancia y la creación poco tenían que ver con aquello a lo que ahora nos tienen acostumbrados las celebrities
Con el anuncio de su retirada, Valentino Garavani pone el broche a una época que poco a poco se ha ido apagando tras la sombra de figuras como Balenciaga, Dior y Chanel. Llegan nuevos tiempos y, con ellos, los antiguos talleres en los que el arte tenía forma de patrón.
Una nueva era en la alta costura
Dejan paso a un panorama en el que las grandes casas de alta costura están en manos de conglomerados empresariales, en ocasiones más preocupados por los resultados económicos que por la creación.
Y el caso de Valentino no iba a ser menos. Desde que en el año 1998 el propio diseñador y su socio de toda la vida, Giancarlo Giammetti, vendieron la marca a Hdp por 221,9 millones de euros, la maison se convirtió en una buena presa para los grupos interesados en invertir en el negocio de la aguja.
En mayo de este año era el fondo de inversión Permira el que se hacía con un 29,6 por ciento de la firma a cambio de 782,6 millones de euros. Éste era sólo el principio de una operación más ambiciosa: la opa sobre el total de su capital. Precisamente, el maestro del rojo -su color fetiche a lo largo estos 45 años de carrera- anunciaba su retirada sólo tres días antes de que termine el periodo de aceptación de la oferta de Permira, que pagará 35 euros por cada título.
Unos ingresos millonarios
Poco importará ya a Garavani, que a sus 75 años dice adiós con esa sonrisa que sólo da la satisfacción del trabajo bien hecho. Un trabajo que, además de convertirle en uno de los referentes por excelencia de la elegancia, le ha reportado unos ingresos millonarios.
Buena prueba de ello son las propiedades que engordan el patrimonio de Valentino: villas en la Toscana, palacios en Roma, una mansión en Londres... y su yate Blue One, un habitual del verano ibicenco por el que han pasado desde Naomi Campbell hasta Elizabeth Taylor, desde Claudia Schiffer hasta Jackie Onassis. Precisamente fue la viuda de América la que le catapultó a la fama, al elegirlo para diseñar el vestido de su boda en Skorpios con Onassis.
Toca ahora elegir sucesor y aunque se barajan varios nombres como Giambatista Valli, Jack Mc Collough y Lázaro Hernández, todo apunta a que sea Alessandra Facchinetti, antigua diseñadora de la casa Gucci, la que tome la aguja de manos de Valentino.
Pero antes, a los apasionados de la moda todavía les quedan unos últimos cartuchos: el prét a porter que el maestro presentará en octubre y su despedida definitiva en enero. Con su colección de alta costura, por supuesto.