La presión sin precedentes en la Eurozona, que comenzó la primavera pasada con las crisis de Grecia, continúa crispando los nervios tanto a los banqueros centrales, como a los titulares de bonos y a los ciudadanos medios. Ahora, seis meses después, la crisis resurgente empieza a erosionar seriamente la estabilidad política de los gobiernos nacionales.
Por Michael Moran.