Seleccion eE

Alertas frente a la adicción precoz

La consumición de drogas cada vez es más prematura. Foto: Archivo
La psiquiatra María López Ibor expone en 'Drogas fuera' los peligros que acechan a los adolescentes

La Delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Carmen Moya, ha centrado las políticas de prevención de adicciones en edades tempranas. En esto mismo insiste María López Ibor, hija del prestigioso psiquiatra, en su nuevo libro Drogas fuera (Temas de Hoy), donde ha elaborado un guía para evitar que los adolescentes las consuman.

"El mensaje de las campañas de publicidad parece que no acaba de llegar a la sociedad, porque cada vez se bebe más alcohol, se consumen más drogas y se empiezan a consumir antes", explica López Ibor. Por eso, y animada por su entorno, ha decidido escribir este libro. "Los padres más que nada deben estar alerta". Pero, ¿por qué ha crecido este consumo? "En el caso de la marihuana, el alcohol y el tabaco es por la disminución de la percepción del riesgo. No consideran que sea tan malo. Además, hoy en día los jóvenes disponen de más dinero y, en el caso de algunas drogas, el precio ha bajado muchísimo", dice la psiquiatra.

Ascenso de la cocaína

Diversas encuestas realizadas en el ámbito escolar, muestran que casi el 70 por ciento de los chicos y chicas entre doce y trece años no encuentran difícil conseguir tabaco y un 8 por ciento dice que puede acceder a la marihuana y a la cocaína… El cien por ciento de los chicos de 16 años afirma tener acceso al tabaco y al alcohol, y casi el 50 por ciento, poder comprar fácilmente marihuana, un 30 por ciento cocaína y un 40 por ciento drogas sintéticas. "En el caso de los adolescentes, la imitación, el grupo y lo que hacen los amigos les lleva a consumir. La adolescencia es una etapa de búsqueda de novedades", señala López Ibor.

En Drogas fuera, la doctora también habla de las características que hacen más vulnerables a los jóvenes: la edad, determinados rasgos de personalidad, como la búsqueda de sensaciones; la baja autoestima o el no estar conforme con uno mismo; el fracaso escolar; acontecimientos vitales estresantes, como la pérdida de un ser querido; el aburrimiento; los factores culturales y la disponibilidad de las sustancias: cuánto más accesibles, más alta es la probabilidad de consumirlas.

Pero al igual que existen factores de riesgo, también hay factores de protección. Destacan, por ejemplo, informar y formar acerca de las drogas y sus consecuencias. "Cuando les damos información a los hijos, en cierta medida les estamos haciendo un regalo que podrán utilizar siempre y, además, es un acto de confianza. Hay que informarles e insistirles". También es importante la educación en valores y actitudes de aprecio, respeto y responsabilidad para la salud propia, así como desarrollar habilidades sociales. Los padres deben trabajar para que sus hijos estimulen su autoestima y sean menos vulnerables a las influencias externas.

Sospechas

Lo más importante, vuelve a insistir María López Ibor, es estar alerta. ¿Cuándo debemos sospechar de que nuestro hijo está consumiendo? Algunos de los signos que les pueden delatar, si no les vemos consumir, son los cambios en su aspectos físico y en su comportamiento: suele haber un deterioro en su higiene; pueden estar más cansados y somnolientos, pálidos y con ojeras; pierden el interés por todo aquello que les motivaba; disminuye el rendimiento escolar; cambian de amistades y evitan traerlas a casa; mienten, acusan falta de apetito…

Si descubren todo esto, entonces deben "intentar hablar con ellos de una manera calmada, sin montar tragedias, y hacerles ver las consecuencias. Lo siguiente es llevarles a un especialista". Para López Ibor, lo más preocupante son las consecuencias que el consumo tiene en la salud: "Existen estudios que relacionan el consumo de cannabis y la esquizofrenia. No en todas las personas, pero sí en aquellas que tienen una predisposición".

También se manifiestan enfermedades psicológicas como la depresión y la ansiedad. "Y físicas, hay muchísimos problemas cardiológico. Hoy en día, cuando una persona entra en un hospital con un infarto y tiene entre 30 y 40 años, que no es una edad de riesgo, lo primero que se le pregunta es si consume cocaína".

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky