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¿Cómo se financia una banda juvenil? Extorsiones, cuotas y pequeños robos

La Guardia Civil con uno de los detenidos por una reyerta entre dos bandas en 2005. Foto: Archivo
Son muchas las películas de Hollywood inspiradas en las bandas callejeras organizadas que han tomado el control de determinados barrios estadounidenses. Probablemente, el neoyorquino barrio del Bronx sea el más explotado cinematográficamente.

Incluso desde el centro de Manhattan se ofertan excursiones -de día- con las que ver desde un autobús sus calles casi desiertas, coloreadas por graffitis, con pocas tiendas y con un distintivo en sus ventanas y azoteas, las alambradas. El viaje tiene una única parada: la comisaría de Policía en la que hacerse la foto de rigor para que el visitante protagonice su propia película.

Lejos de estos extremos, en España, la Policía está tranquila. Los principales sindicatos policiales aseguran que las bandas juveniles integradas por latinoamericanos -los Latin Kings y los Ñetas- están hoy bajo control. Valoran que, después de alcanzar su "punto álgido" en 2005 - año en el que el Gobierno aprobó el Plan Estratégico contra la Violencia Juvenil -, la reducción de estos grupos ha sido notoria. Y confían en que siga siendo así.

En nuestro país, este tipo de bandas dista mucho -según la Policía- de la complejidad que alcanzan los grandes grupos organizados presentes en otros países. Según la Confederación Española de Policía (CEP), en la mayoría de los casos se trata de "chavales que se disfrazan de Latin Kings para alcanzar el respeto y reconocimiento social en sus barrios". Baste ver, por ejemplo, cómo se financian.

"No manejan grandes cantidades de dinero", asegura el Sindicato Nacional de Policía (SUP). Por lo general, sus miembros pagan cuotas mensuales de unos 20 euros. Los verdaderos Latin Kings pagan importantes cuotas diarias y tienen detrás negocios como el de las armas y la droga.

Los dueños de las canchas

Además estos grupos de adolescentes recurren a la extorsión de jóvenes españoles a los que cobran "cantidades simbólicas", que oscilan entre uno y tres euros, por acceder a los parques y las canchas de baloncesto que son sus principales centros de "reunión y de actuación". En ocasiones, "también cobran pequeñas cantidades por pasar por determinadas calles", puntualiza el SUP. A esto se unen "hurtos puntuales, incluso a sus familias" para financiar su pertenencia al grupo.

¿Y a qué destinan este dinero? Lejos de adquirir pertenencias comunes y debido a que no tienen locales propios, las cantidades que recaudan las reservan para "los antojos de los jefes", la compra de "regalos y recompensas, en forma de sudaderas y ropas de marca distintivas, para quienes captan nuevos miembros" o "comida para quienes están en la cárcel", advierte el SUP.

El mérito de las familias

En 2005, se produjeron 129 detenciones de jóvenes relacionados con las bandas latinas. Se les acusó de homicidio (a 38 de ellos), tentativa de homicidio, lesiones, riñas tumultuarias, robo con violencia, amenazas y daños. En 2006, las detenciones fueron mínimas y sólo una fue por homicidio.

Pero la Policía no se atribuye todo el mérito. Cree que sus padres tienen mucho que ver con esta tendencia a la baja. "Sus familias, hoy en día estructuradas e incorporadas al mercado laboral, los aprietan para que se alejen de esos grupos cuando son fichados por primera vez", apunta la CEP. Cuando en 2003, se dio el primero de estos altercados en la sierra de Madrid, se barajó modificar la Ley de Extranjería para que los propios padres se responsabilizaran de sus actos.

Hay otra tendencia. Estos jóvenes, que se casan y trabajan pronto, se alejan de las bandas ante la responsabilidad familiar y laboral.

La Policía no deja de lado una implicación económica más: "Repercute en la instalación o no de empresas, comercios y almacenes en determinadas zonas".

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