
Desde que Rubalcaba anunciara el pasado lunes su marcha de la política las sirenas no han parado de atronar. La abdicación del Rey no guarda a priori relación alguna. Pero que el resultado de las europeas y el mensaje del monarca guardan cierto encaje. El Rey aprovecha la abdicación con el apoyo del PP y el PSOE hoy en el Congreso.
Rubalcaba se va. Antes de que acabe el mes de julio, con toda probabilidad el PSOE tendrá un nuevo secretario general. El que sea líder o lideresa será el interlocutor con el Gobierno. Pero la sucesión del Rey es inmediata. Zarzuela ha elegido este momento, y quizás eso tenga que ver con el tiempo que le queda a Rubalcaba como jefe de la oposición, y por tanto como la cara visible que votará sí al relevo en la Jefatura del Estado de Don Juan Carlos por el Príncipe Felipe, ya que a parte del procedimiento sucesorio requiere de la mayoría absoluta.
Poca importancia tiene ahora incidir en el momento en el que el Rey tomó su decisión y días más tarde se lo hizo saber al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y al líder de la oposición. La falta de Ley Orgánica y el fin del bipartidismo tienen una lectura política que está en sintonía con el último mensaje del todavía Rey.
Claves del mensaje político del Rey
Don Juan Carlos se ha dirigido a los españoles con un discurso de fino calado político. El monarca ha dado unas claves: "la estabilidad que encarna Felipe, que es seña de identidad de la monarquía; la larga crisis; la autocrítica de los errores; el paso a una nueva generación ...
El anuncio ha pillado a la sociedad española con el paso cambiado. Se produce en un momento de inestabilidad y su despedida escribe una importantísima página de la historia a la que habrá de dar relevo el futuro rey Felipe VI. Desde que se conociera la noticia, los medios no ha cesado en sus pronunciamientos. Para los agoreros, la toma de decisión del Rey se produce en el peor momento.
La cantinela independentista catalana, el rebufo nacionalista vasco, la falta de independencia en las instituciones, la escasez de empleo y, la pérdida de adeptos marcan una hoja de ruta poco propicia. Pero por eso es éste el momento en el que la coronación de Felipe de Borbón -si se apuesta por el actual sistema- debe tener lugar. Con estos mimbres, si hay que dejar un sucesor, éste es el momento.