Salud

La biomedicina amplía sus posibilidades gracias a la tecnología

  • La biomedicina busca generar procesos terapéuticos dentro del propio organismo
  • El big data permite crear modelos predictivos que mejoren la salud
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En las últimas décadas, la biomedicina ha revolucionado el diagnóstico y el tratamiento de muchas enfermedades y patologías, dotando a los enfermos de mejores condiciones de vida. Esto se debe en gran medida a la innovación y la digitalización, que han permitido aplicar herramientas como el big data, lo que ha facilitado el análisis de datos y, por tanto, los procesos de los pacientes.

El avance en las investigaciones médicas han hecho que las técnicas y métodos utilizados vayan evolucionando y alcanzando nuevas áreas, en su búsqueda de encontrar la fórmula menos invasiva y con más efectividad contra las dolencias y enfermedades.

Con este objetivo, se ha desarrollado la biomedicina, la cual se basa en el estudio de los aspectos biológicos de la medicina, como los factores genéticos, celulares, bioquímicos y moleculares del cuerpo humano y las enfermedades que pueden afectar a cada uno.

A raíz de esta técnica es posible ofrecer respuestas más rápidas en tratamientos genéticos para reestructurar órganos dañados en pacientes así como resolver problemas médicos mediante imágenes y señales biomédicas con ingeniería de tejidos.

Las últimas tecnologías han ayudado a avanzar en esta dirección, especialmente la herramienta del big data, que permite analizar con mucha velocidad un gran volumen de datos y extraer conclusiones significativas y, por tanto, diagnósticos más certeros y con menos riesgos. Incluso es posible utilizar esta información para crear modelos predictivos que contribuyan a mejorar la salud.

Diagnóstico molecular

El diagnóstico molecular es un conjunto de técnicas que se emplean para identificar una enfermedad a través del análisis de las moléculas como proteínas, ADN y ARN. 

Es de mucha utilidad a la hora de detectar anomalías en una etapa prenatal, puesto que mediante el análisis de los cromosomas, tanto de la cantidad como de su aspecto, es posible diagnosticar problemas como el síndrome de Down.

Asimismo, los médicos se sirven del diagnóstico molecular para encontrar problemas infecciosos como la clamidia, la gripe, la tuberculosis, o el virus H1N1; y especialmente para averiguar la cepa específica del patógeno. Al igual, se usa en la diagnosis de enfermedades genéticas como la enfermedad de Huntington, la fibrosis quística, la hemocromatosis, el factor V Leiden, la distrofia muscular de Duchenne, y el síndrome de Prader-Willi.

Pero sin duda tiene una importancia reseñable en la lucha contra el cáncer. Esta enfermedad surge de una mutación en las células y el análisis molecular del ADN y sus niveles de expresión a través de ARNm permite a los médicos averiguar sus características y proponer el mejor tratamiento. Además, se continúa avanzando en esta línea: desde 2010 se han incorporado anticuerpos contra marcadores proteicos específicos y en el futuro se incluirán moléculas de microARN.

Por último, es destacable la farmacogenómica, es decir el análisis de los polimorfismos específicos de los pacientes para prever el efecto que les causarán los fármacos y si serán eficaces para ellos.

Robots cirujanos

Gracias al uso de robots en las cirugías, siempre como complemento a la acción humana, es posible lograr una mayor precisión y control respecto a las técnicas tradicionales. Es especialmente útil en cirugías de invasión mínima (a través de pequeñas incisiones) y permiten realizar procedimientos delicados y complejos. 

Adicionalmente, el resultado será más satisfactorio, con menos complicaciones, dolor, pérdida de sangre, cicatrices y con una recuperación más rápida.

Por lo general, el sistema quirúrgico robótico se basa en una cámara y brazos mecánicos sobre los que se montan una serie de instrumentos. 

Así, el cirujano controla la operación manipulando los brazos mediante una consola que, a su vez, le proporciona una vista tridimensional aumentada de alta definición. El cirujano dirige a otros miembros del equipo que ayudan durante la operación.

Implantes cocleares

En 1957 se realizó el primer implante coclear en el mundo y en 1985 esta técnica llegó a España. 

Se trata de dispositivo para personas con sordera grave o profunda que consiste en un aparato electrónico con dos secciones -una interna que se coloca quirúrgicamente en el hueso temporal y otra externa tras la oreja- que funciona transformando las señales acústicas en señales eléctricas que estimulan el nervio auditivo

Concretamente, un micrófono capta el sonido y se envía mediante un procesador de lenguaje, donde se convierte en señales eléctricas que se transmiten hasta el oído interno y después al cerebro. De esta manera, las personas sordas pueden recibir y procesar sonidos, aunque, por el momento, no se ha logrado una audición íntegra

Para determinar si una persona es un buen candidato para este tipo de intervención, es necesario que un médico especializado evalúe si cumple los requisitos adecuados.
Estos  dispositivos aún tienen margen de mejora y se continúa tratando de reducir el ruido de fondo para mejorar la relación ruido-sonido.

Prótesis controladas por la mente

Una parte de la biomedicina se centra en mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidades físicas. Por ello, se han desarrollado exoesqueletos y brazos robóticos cada vez más naturales e incluso se están creando prototipos que pueden llegar a ser controlados por el pensamiento.

Por ejemplo, en 2010, comenzó a probarse una Prótesis de Miembro Modular (MPL) como parte de un proyecto de la Universidad Johns Hopkins, en Maryland, y la Universidad de Pittsburgh. Se trataba de un dispositivo similar a un brazo natural con 22 movimientos, sensores de tacto en los dedos y en la palma y con percepción de vibraciones, temperatura y textura. A su vez, el i-LIMB Pulse, un producto de la empresa Touch Bionics, utilizaba la señal eléctrica de los músculos de lo que quedaba de la extremidad del paciente para transmitirla a la prótesis.

Actualmente, este tipo de procedimientos se han mejorado gracias a los algoritmos de inteligencia artificial que facilitan el control del movimiento, creando lo que conocemos como "prótesis neuromusculoesqueléticas". La prótesis va unida al hueso y se controlan mediante una serie de electrodos implantados en los nervios y en los músculos, logrando que el paciente sienta el tacto, mida el contacto y la presión que aplica al agarrar un objeto. Estos datos se envían al cerebro y se consigue una percepción similar a la de una mano biológica.

Ojos biónicos

Los ojos biónicos se diferencian de los protésicos debido a que se han diseñado con el objetivo de lograr una visión funcional en lugar de conseguir una apariencia física estándar.

Hoy por hoy, los únicos ojos biónicos aprobados y que se utilizan con regularidad son los implantes de retina. Concretamente, el sistema que está disponible en el mercado es el conocido como Argus II, un proyecto ya consolidado desde hace años años. 

Este ojo biónico funciona mediante una cámara de vídeo que se encuentra en unas gafas, procesa los datos y transmite las imágenes de forma inalámbrica a una serie de electrodos que están implantados en la retina. A continuación, a través del nervio óptico, la información llega hasta el cerebro donde se procesa. Como respuesta, los electrodos del chip estimulan las células de la retina, y hacen que envíen la información entrante al nervio óptico para que el cerebro pueda procesarla

Por su parte, la empresa Second Sight está desarrollando un nuevo sistema, conocido como Orion, que se basa en una prótesis cortical visual, lo que podría solucionar problemas como el glaucoma, la retinopatía diabética y lesiones o enfermedades del nervio óptico.

El futuro de la biomedicina

Todos estos progresos han supuesto mejoras en la calidad de vida de los pacientes, en su diagnóstico y en su recuperación y se espera seguir adelante con las investigaciones para conseguir cada vez mejores resultados. 

Entre otras temáticas que se están trabajando destacan las terapias genéticas y celulares, la creación de startups para mejorar la interacción con los pacientes, la atención a las enfermedades consideradas "raras", es decir, que afectan a menos de 200 mil personas por país, terapias para casos de depresión y otros problemas psicológicos y nuevos tratamientos traslacionales para las personas que padecen VIH.

El objetivo que se pretende alcanzar es lograr una medicina personalizada y con terapias basadas en procesos terapéuticos que se generen dentro del propio organismo del paciente, de manera que sean sus propias células las que combatan los tumores y tejidos afectados.

Para ello, será indispensable que la biomedicina siga nutriéndose de los avances de la tecnología. 

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