
La subluxación atlanto-axoidea es un proceso que puede estar asociados a procesos de índole reumática, por ejemplo en casos de artritis reumatoide, espondilitis anquilosante o en el denominado Síndrome de Grisel (subluxación atlanto-axoidea no traumática rara, consecuencia de procesos inflamatorios), en algunos casos de cirugía de cuello y mastoides y existen casos aislados en otros síndromes en los que esta afectación puede observarse en casos excepcionales.
Otro mecanismo de producirse esta afectación es un traumatismo brusco que provoque el desplazamiento de la primera vértebra cervical (Atlas) sobre la segunda vértebra también cervical (Axis), es decir, se produce un movimiento de 'cizalla o guillotina'. También puede ser consecuencia del tejido de granulación sinovial que se forma alrededor de la odontoides, una apófisis o excrecencia ósea que posee la segunda vértebra cervical, señala Knowi.
Esta patología puede asociarse a los accidentes de tráfico o a caídas, ya que el impacto brusco puede producir un movimiento de cizallamiento o latigazo en el cuello que puede provocar esta situación de consecuencias que dependen del grado de afectación.
Según afirman los expertos la sintomatología suele estar protagonizada por el dolor cervical y las molestias generadas, el dolor es generalmente percibido en la nuca, en forma de una sensación profunda y punzante que sufre exacervaciones con el movimiento. Se asocia generalmente a rigidez o limitación para los movimientos del cuello. Puede irradiarse a la cabeza, hombros, brazos y a la región interescapular.
El dolor puede acompañarse de chasquidos, sensación de peso, rigidez con movilidad limitada y a veces de sensación de hormigueo en los brazos y las manos. Suele mejorar con el reposo, aunque no es infrecuente que se empeore en la cama durante la noche.
Patologías previas
Cuando el origen del dolor está causado por alguna patología que comprime algunas de las raíces nerviosas que salen de la columna cervical, el paciente puede presentar una disminución de la fuerza a nivel de los músculos del brazo, antebrazo o mano, e incluso una disminución de la sensibilidad de alguna parte del miembro superior.
En grados máximos de afectación se puede ver comprometida incluso la médula espinal al ser comprimida y ejercer un efecto traumático sobre la misma, generando una mielopatía que a su vez puede tener consecuencias de diversa índole en dependencia del grado de lesión y que puede ir desde parálisis de miembros con todo el cortejo sensitivo correspondiente y la atrofia muscular consecutiva. También pueden verse afectados alguno de los pares craneales provocando la disfunción correspondiente. Los síntomas suelen empeorar con los movimientos de la cabeza y pueden precipitarse con la tos o al inclinarse hacia delante y en grados extremos el pronóstico puede ser infausto.
La incidencia anual de trauma medular es de unos 28 a 50 pacientes por cada millón de habitantes año. La mayor parte de los afectados son adultos jóvenes, sobre todo varones.
Ante situaciones de este tipo, especialmente en casos de accidentes de tráfico es importante según los expertos:
-Llamar inmediatamente a la asistencia sanitaria de urgencias
-Los sanitarios tomarán todas las precauciones debidas movilizando con extremo cuidado al paciente.
-Es muy importante inmovilizar la columna cervical en posición neutra (con un collarín que impida la lordosis cervical, la rotación, la tracción y la compresión, limitando a menos de cinco grados la movilidad).
-Traslado inmediato a un centro especializado para que evalúen y traten al paciente.
-Es fundamental que el traslado se haga sobre un soporte rígido, asociando almohadas, mantas enrolladas o bolsas de arena para evitar desplazamientos laterales de la cabeza.
-Se ha de cubrir con mantas al paciente para evitar la pérdida de calor.