ESTOCOLMO (Reuters) - Un científico que ganó el premio Nobel de Medicina el lunes utilizó sus propios descubrimientos para tratarse a sí mismo de cáncer, pero murió de esa enfermedad apenas unos días antes de que pudiera ser informado del premio.
Los colegas del canadiense Ralph Steinman en la Universidad Rockefeller de Nueva York indicaron que se trata de noticias "agridulces", señalaron que el experto había alargado su vida con una nueva terapia basada en su premiada investigación sobre el sistema inmune del cuerpo.
Pero el médico de 68 años, que la semana pasada bromeaba con su familia sobre aguantar hasta el anuncio del premio anual, murió el viernes tras una batalla de cuatro años con el cáncer de páncreas.
Nunca supo que el trabajo de su vida había recibido el mayor galardón de se otorga en ciencia.
"Queríamos que estuviera aquí para esto", dijo su hija Alexis Steinman, de 34 años. "Decíamos, 'vale, papá, sé que las cosas no van bien pero el Nobel lo anuncian el próximo lunes'. Y él decía: 'Lo sé, tengo que aguantar para eso. No te lo dan si has muerto. Tengo que aguantar para eso'".
El Comité del Nobel, que lo ha descrito como una situación "única", indicó más tarde que su decisión de entregar el premio a Steinman se mantenía pese a su muerte.
Las normas establecidas en 1974 prohibían al Comité otorgar los premios de forma póstuma, a menos que la muerte se produjera después del anuncio del ganador.
"Los sucesos que se han producido son únicos y, hasta donde sabemos, sin precedentes en la historia del premio Nobel", indicó la fundación en un comunicado.
"Según los estatutos de la Fundación Nobel, la obra producida por una persona desde su muerte no puede ser premiada. Sin embargo, los estatutos especifican que si una persona ha recibido un premio y muerto antes de recibirlo, el premio puede entregarse".
El organismo sueco dijo haber sabido de la muerte de Steinman dos horas después de declarar al mundo que el científico compartiría el premio anual de 1,5 millones de dólares con el estadounidense Bruce Beutler y el francés Jules Hoffman.
"Es de verdad imposible describir cómo se siente ahora mismo nuestra familia. Estamos devastados de haber perdido a Ralph", dijo a la prensa en Nueva York su hijo, Adam. "Estamos increíblemente orgullosos de que papá recibiera este maravilloso honor (...) sabemos que vivirá a través de sus contribuciones científicas".
La investigación de Steinman contribuyó al lanzamiento el año pasado de la primera vacuna diseñada para matar tumores.
"NOTICIAS AGRIDULCES"
Sus colegas indicaron que Steinman estuvo trabajando hasta la semana pasada. Fue ingresado en el hospital el domingo, cayó inconsciente el jueves y murió rodeado de su familia al día siguiente. Pero el presidente de la Universidad Rockefeller Marc Tessier-Lavigne, dijo que la universidad supo de su muerte cuando la familia le informó una hora después de que se anunciara el premio Nobel en Suecia.
En Estocolmo, el secretario del Comité del Nobel, Goran Hansson, dijo a Reuters que la compleja situación sólo se hizo evidente cuando su personal no logró ponerse en contacto con Steinman para informarle del premio. Había sido un secreto celosamente guardado hasta que lo anunció el Instituto Karolinska a las 09:30 GMT.
"Estoy, por supuesto, triste de que el doctor Steinman no pudiera recibir estas noticias y sentir esa felicidad", dijo Hansson. "Era un gran científico".
"Steinman (...) fue diagnosticado con cáncer de páncreas hace cuatro años, y su vida fue prolongada utilizando una inmunoterapia basada en células dentríticas de su propio diseño", indicó la universidad del científico.
Esa células, que Steinman descubrió en los 70, son clave en el ataque que lanza el organismo contra los tumores y las infecciones si rompen su primera línea de defensa inmune.
Los otros dos ganadores, Beutler y Hoffmann, estudiaron las primeras fases de la respuesta inmune del cuerpo en los 90.
Se suponía que Beutler y Hoffmann compartirán una mitad del premio de 10 millones de coronas suecas (1,46 millones de dólares), mientras que Steinman recibirá la otra mitad.
/Por Patrick Lannin y Mia Shanley/