
Quizá su rostro no le suene demasiado. Pero María Blasco es directora del Programa de Oncología Molecular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y ha conseguido que su nombre destaque en letras mayúsculas en el mundo de la ciencia.
El año pasado consiguió el premio Alberto Sols a la mejor labor investigadora por sus trabajos en demostrar el papel de los telómeros y la telomerasa en el cáncer y en el envejecimiento. En esta entrevista nos cuenta, entre otras cosas, en qué momento se encuentra una de las enfermedades más habituales y temidas en Occidente.
Toda su carrera está vinculada a la investigación. ¿Ya apuntaba maneras de pequeña?
De pequeña me gustaban dos cosas, ser periodista e investigadora. Al final, pudo más lo de ser investigadora, porque pensé que era más challenging hacer una carrera científica y que siempre podría aprender a escribir o divulgar por mi cuenta.
A muchos nos resulta difícil el lenguaje de su sector. ¿Cómo definiría su trabajo actual? ¿En qué consiste su día a día?
Estudio los telómeros, que son unas estructuras protectoras del material genético esenciales para la vida. Se van desgastando conforme nuestras células se multiplican para regenerar los tejidos, así que cada día tenemos los telómeros un poco más cortos. Se piensa que este desgaste es causante del envejecimiento. Las células tumorales no envejecen porque son capaces de reparar los telómeros con una enzima llamada telomerasa. La telomerasa no está activa en las células sanas, o por lo menos no es suficiente para evitar que se desgasten sus telómeros. En cambio, las células tumorales tienen cantidades de telomerasa suficientemente altas para permitirles ser inmortales. En unas primeras investigaciones demostramos que si se disminuye la cantidad de la telomerasa en las células sanas, éstas envejecen prematuramente y tienen menos cáncer. Pero más recientemente hemos visto que si aumentamos la telomerasa en las células sanas del organismo, a la vez que aumentamos la resistencia al cáncer, se puede alargar la vida de un mamífero en un 40 por ciento.
El cáncer es una enfermedad bastante común y casi siempre suele despertar reacciones pesimistas en cuanto a su cura. Usted que está al día de las últimas investigaciones, ¿en qué momento nos encontramos?
Sabemos muchísimo de cómo se produce el cáncer y de cuáles son sus talones de Aquiles moleculares. El cuello de botella ahora es traducir esta información a fármacos inteligentes -que sólo maten a las células tumorales pero no a las células sanas- que funcionen en enfermos de cáncer. Ahora mismo se están desarrollando y probando fármacos inteligentes contra muchos nuevos talones de Aquiles del cáncer, incluida la telomerasa, y esperamos que las combinaciones de algunos de ellos sirvan para el tratamiento efectivo de la enfermedad.
Conocemos nombres como Joan Massagué, Mariano Barbacid, el suyo mismo... pero ¿es España actualmente una potencia investigadora de primer nivel o los descubrimientos vienen de fuera?
Algunos se hacen en España, donde hay centros de investigación y científicos de primer nivel. El problema es que este país no suele beneficiarse de los descubrimientos de sus científicos. Los españoles patentamos muy poco, mucho menos de lo que correspondería por el número de descubrimientos. Falta un diálogo entre los investigadores y las empresas que desarrollarían sus descubrimientos, en parte porque estas compañías son muy conservadoras y no tienen dinero para invertir en las ideas realmente punteras y arriesgadas.
La mayoría de los investigadores españoles recalca que a pesar de las ayudas e incluso de la creación de un Ministerio de Ciencia e Innovación, para hacer carrera es necesario pasar un buen tiempo fuera de España. ¿Está de acuerdo? ¿Usted tuvo que hacerlo?
Es fundamental para ser competitivo pasar una temporada (de 2 a 4 años, por lo menos) en los laboratorios más punteros del mundo. Esta experiencia permite conocer la ciencia de alto nivel y hacer contactos, y además se presentan las auténticas oportunidades para saltar a la fama científica internacional. Esto no es una obligación, es el sueño de cualquier investigador que quiere tener éxito. Por el mismo motivo, cualquier jugador de fútbol querría pasar una temporada en el Barça o el Madrid, o cualquier cocinero en el laboratorio de Ferrán Adrià.