La piel no es la misma a los 30 que a los 60. Cambia su estructura, cambia su capacidad de regeneración y cambian también las prioridades del cuidado. Como explica Blanca Llácer, farmacéutica especialista en Dermofarmacia y fundadora de THE LAB, "la piel sufre cambios fisiológicos y funcionales que derivan en diferentes necesidades en cada etapa".
Los primeros signos de envejecimiento pueden aparecer mucho antes de lo que pensamos -ya a partir de los 25 comienza a disminuir la producción de colágeno-, pero más allá de cuándo llegan, lo más importante es cómo respondemos a ellos. Llácer insiste en la importancia de adaptar las rutinas cosméticas a los cambios fisiológicos y hormonales de cada etapa: desde introducir antioxidantes en la treintena hasta reforzar el microbioma y la función barrera a partir de los cincuenta. Todo con un principio básico: conocer lo que realmente necesita la piel para cuidarla con rigor y sin excesos.
Rutina a partir de los 30 años
Durante esta etapa, la producción de colágeno ya ha empezado a disminuir en un 1% aproximadamente cada año. Esta disminución incrementa esencialmente con el paso del tiempo y es la causante de la aparición de arrugas, flacidez y falta de elasticidad, así como pérdida de volumen en la piel. Llácer recuerda que, aunque este es un proceso totalmente natural, puede verse acelerado por el exposoma, es decir, por aquellos factores externos, como la radiación solar, la alimentación, la polución, el tabaquismo, el estrés o la falta de sueño, que pueden llegar a acelerar el envejecimiento cutáneo.
"Es una década en la que es crucial introducir antioxidantes como pilar fundamental de la prevención, estos van a conseguir inhibir radicales libres, que son los principales responsables del estrés oxidativo de nuestra piel y la inflamación de bajo grado, aceleradores potentes de envejecimiento cutáneo". Propone rutinas de día por activos como la vitamina C, siempre en su forma estabilizada, como puede ser el ascorbil glucósido. "Por supuesto, personalizaremos e individualizaremos el resto de rutina al estado de la piel y sus necesidades, teniendo en cuenta la importancia de la limpieza siempre, así como la necesidad de hidratación, mejora de la función barrera y fotoprotección de amplio espectro para construir una piel de calidad y sana, en el día a día".

Rutina a partir de los 40 años
Llácer incide en que durante esta década se acelera la disminución en la producción de colágeno y elastina, por lo que la piel experimenta cambios visibles como pérdida de elasticidad y firmeza, así como la aparición de arrugas. Por otro lado, las fluctuaciones hormonales en la mujer se traducen en diversos grados de sequedad y deshidratación, aparición de manchas, falta de luminosidad y tono apagado. "En esta etapa de la vida, y siempre individualizando la recomendación según la necesidad específica de cada persona, los pilares fundamentales se centrarán en una rutina de limpieza diaria correcta que sea respetuosa y eficaz", recomienda la experta, quien se decanta por una doble limpieza que refuercen la función barrera desde el primer momento. "Se buscan de nuevo formulaciones altamente hidratantes y emolientes, como las que contienen ácido hialurónico o ceramidas que mejoren el cemento intercorneocitario del estrato córneo, mejorando así, la función barrera y disminuyendo la pérdida de agua transepidérmica mejorando así la hidratación de la piel".
Por otro lado, la fotoprotección diaria y durante todo el año de amplio espectro es fundamental para prevenir el daño solar, la fotoelastosis y la aparición de manchas. "Es el momento para introducir en la rutina ingredientes que estimulen la producción de colágeno y elastina para ralentizar así el envejecimiento cutáneo. Activos como los innovadores exosomas, factores de crecimiento, péptidos o bakuchiol son de elevado interés por su efectividad avalada por la evidencia científica y por su alta tolerancia en todo tipo de pieles". Eso sí, aconseja la aloración del estado cutáneo por un profesional sanitario a la hora de pautar activos como el retinol y sus derivados o alfa-hidroxiácidos, como el ácido glicólico a diferentes concentraciones. "Es realmente importante tener en cuenta la evolución y el seguimiento del estado de la piel tras la aplicación de estos activos en diferentes rutinas, ya que algunos de ellos pueden alterar la salud cutánea debido a un mal uso de estos causando irritación, eritema y alteración función barrera cutánea".

Rutina a partir de los 50 años
La experta en dermofarmacia explica que en este momento de la vida de media se ha perdido más del 30 % del colágeno de la piel, por lo que la aparición de arrugas y líneas de expresión es más marcada y profunda, haciéndose más evidente alrededor de los ojos, zona peribucal y cuello. El contorno facial pierde su definición y la disminución en la producción de sebo por la pérdida estrogénica da lugar a una piel mucho más seca y deshidratada. La piel se vuelve más fina y delicada, siendo muy frecuentes episodios de sensibilidad ante determinadas rutinas y situaciones cotidianas. "Nos decantamos obligatoriamente por limpiadores formulados en fase oleosa que refuercen la función barrera desde el mismo momento de la limpieza. Se buscan fórmulas que contengan aceites vegetales, colesterol, así como ceramidas esenciales".
Según Llácer, se ha demostrado que el microbioma cutáneo, también conocido como dermobioma, es crucial para el devenir de la piel, ya que modula nuestra respuesta ante la radiación ultravioleta, es responsable de la respuesta inflamatoria frente a determinados factores externos y estimula nuestro propio sistema inmunitario. "Es por ello que se buscarán formulaciones ricas en prebióticos, como alfa-glucano oligosacáridos o extractos de algas, así como en postbióticos, como aquellas que contienen lisados de lactococcus o lactobacilos fermentados". Importantes los activos antioxidantes con actividad en estimulación de la síntesis de colágeno y elastina como pueden ser el ácido ferúlico, el resveratrol, factores de crecimiento epidérmico con actividad antioxidante, como la tiorredoxina, o la propia vitamina E que es un gran antioxidante que mejora mucho la elasticidad de la piel.
"La suplementación empieza a cobrar especial importancia con interés en antioxidantes, como la coenzima Q 10, péptidos de colágeno hidrolizados junto a vitamina C o silicio orgánico, suplementos de magnesio, zinc y omega 7, como el que proviene del espino amarillo, e incluso dosis de vitamina D, teniendo en cuenta los valores analíticos individuales", concluye Blanca.

Rutina de la piel a los 60
Los 60 años marcan un punto de inflexión importante en el envejecimiento y estado de la piel, y es bastante evidente si se han seguido unos cuidados adecuados en las décadas anteriores, reflexiona Llácer, quien relaciona esta etapa con la disminución del grosor cutáneo y una deshidratación muy marcada, mayor permeabilidad a agentes potencialmente irritantes y consecuente sensibilidad. "Aumenta la reactividad vascular y la dilatación de los vasos sanguíneos, dando lugar a la aparición de cuperosis y telangiectasias.
Recomienda, además de los activos mencionados anteriormente, todos aquellos que sean altamente emolientes, como la manteca de karité, y cicatrizantes que aumenten la elasticidad y la turgencia de la piel, como es la centella asiática y a la vez que aquellos con efecto reparador, calmante y antiinflamatorio, como pueden ser el pantenol, el bisabolol o la enoxolona.
