Belleza

Hablamos con el Dr. Martín sobre la 'tricotilomanía', el impulso de arrancarse el pelo: "Se suele confundir con alopecia"

Cada vez son más las personas que acuden a las consultas dermatológicas preocupadas por su salud capilar. Aunque tradicionalmente se ha asociado la pérdida de cabello a los hombres, lo cierto es que este problema no entiende de géneros y, en muchos casos, puede resultar incluso más significativo en las mujeres. Uno de los trastornos menos conocidos —pero cada vez más frecuente— es la tricotilomanía. Esta afección se define como un impulso irresistible de arrancarse el propio cabello. Para entender en qué consiste, cómo se manifiesta y, sobre todo, qué opciones existen para tratarlo, hablamos con el experto en Dermatología, Anthony Martín, quien nos ofrece todas las claves para abordar esta condición tanto desde el plano médico como estético.

En qué consiste la tricotilomanía: su impacto en la autoestima

Detrás de unas cejas despobladas, unas pestañas más cortas de lo normal o unas calvas irregulares en el cuero cabelludo, puede esconderse una lucha interna que va mucho más allá de una simple "manía". La tricotilomanía es el trastorno que lleva a miles de personas a arrancarse compulsivamente su propio cabello, sin un fin. Es una situación incómoda, silenciosa, que pasa de la vergüenza al sentimiento de culpa en cuestión de minutos. Un problema que, aunque está poco visibilizado, afecta sobre todo a mujeres jóvenes.

"Es un trastorno del control de los impulsos que lleva al paciente a arrancarse de forma repetida su propio cabello, pestañas, cejas u otros vellos corporales", explica el Dr. Martín. Aunque a menudo se confunde con un tic nervioso o una costumbre inofensiva, la realidad escapa de la razón. "No es lo mismo tocarse el pelo por nervios de forma ocasional que arrancarlo compulsivamente, sentir un alivio momentáneo y después culpa", añade.

La tricotilomanía afecta sobre todo a mujeres jóvenes

Este movimiento impulsivo, lleva a la pérdida de cabello, y en los casos más graves, a una alopecia incurable. Su principal baza se centra en cómo impacta este trastorno en la autoestima, además de en la salud capilar. "Todas las alopecias afectan emocionalmente al paciente, pero en la tricotilomanía el origen del problema es un trastorno psicológico que suele tener un gran componente emocional", detalla el experto.

Según explica, es uno de los efectos secundarios del trastorno por ansiedad. Es decir, no necesariamente le ocurre a todo el que padezca de esa condición, sin embargo, el problema suele aparecer en etapas como la infancia o la adolescencia, donde nuestras hormonas son como una montaña rusa.

Las señales, el diagnóstico y cómo frenarlo

Las señales visibles son una de las principales pistas: "Zonas de alopecia irregulares, cabellos rotos de diferentes tamaños, ausencia de inflamación o descamación... son signos muy característicos que observamos en la tricoscopia", comenta el médico. Muchas veces, la tricotilomanía puede confundirse con otros tipos de alopecia, como la alopecia areata. "Muy a menudo se confunden y hay que hacer diagnóstico diferencial. La alopecia areata provoca pérdida de cabello en placas con bordes bien definidos y sin pelos rotos", explica. Incluso, en algunos casos, ambas condiciones pueden coexistir, lo que complica aún más el diagnóstico.

Pese a ser un estudio complejo, el diagnóstico es clave para dar ese primer paso a encontrar la solución y arrancar de cuajo el problema. Eso sí, con mucha paciencia y, en los casos que así lo requieran, con mucha ayuda. Una vez que se controla el impulso de arrancarse el cabello, el pelo puede volver a crecer. "El ciclo capilar es lento. Aunque hagamos todo bien, necesitamos esperar al menos 5 o 6 meses para notar mejoría visible", señala Martín. De hecho, desde la dermatología existen varias opciones para estimular la recuperación capilar: "Podemos utilizar plasma rico en plaquetas (PRP), mesoterapia capilar con fármacos, suplementos nutricionales, lociones con corticoides o cuidados cosméticos específicos para proteger el cabello nuevo".

Estrategias de autocuidado para frenar el impulso

Mientras se trabaja en la raíz del problema, la industria de la belleza puede ser uno de nuestros mayores aliados. "El camuflaje estético es clave para la autoestima del paciente", afirma el experto. Existen opciones como fibras capilares, maquillaje corrector, prótesis de cejas o incluso pelucas parciales. Sin embargo, advierte: "Las extensiones no son una buena opción en tricotilomanía. La tensión que ejercen puede agravar la situación y empeorar el arrancamiento". Y si te da miedo dar el paso, puedes confiar en tu peluquero para que te ayude a detectar señales de alerta: "Si actúan con sensibilidad, pueden animar al paciente a consultar sin juzgarlo. Y eso puede marcar la diferencia", subraya el especialista.

Desde la dermatología se puede ayudar al folículo piloso a recuperarse con tratamientos que estimulen su actividad y mejoren la calidad del nuevo cabello

Y añade: "Además, juegan un papel muy valioso como acompañantes emocionales: ayudan a que el paciente no se sienta solo, a reducir la culpa y a normalizar una situación que muchas veces se vive con vergüenza". A la par del acompañamiento psicológico —donde la terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser la más eficaz a largo plazo— hay pequeños gestos diarios que te pueden ayudar, y mucho. "Llevar el cabello recogido, usar pañuelos o gorras, emplear herramientas antiestrés como pelotas o anillos, practicar mindfulness e incluso utilizar guantes durante el día son estrategias que pueden reducir el daño", cuenta el Dr. Martín. A veces, una buena imagen en el espejo puede ayudar mucho en el camino a la recuperación.

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