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El cangrejo ruso ya no cruza el estrecho de Bering: la guerra de Ucrania seca el sector pesquero de Alaska

  • La exportación de crustáceos pescados en aguas rusas se ha interrumpido
Pesca de arrastre. iStock.

La invasión rusa de Ucrania ha generado una gran disrupción en la economía global que ha afectado gravemente a las cadenas de suministro de numerosos ámbitos como el agrícola o el energético. La agresión militar de Putin empujó a EEUU y sus aliados occidentales a imponer duras sanciones económicas a Rusia, unas restricciones que, si bien no están teniendo todo el efecto que se esperaba, han modificado las reglas de juego del comercio internacional. En este contexto, la industria pesquera de Alaska está perdiendo vigor, pues buena parte de su fuerza se apoyaba en las relaciones comerciales con Rusia. Pero la guerra en Ucrania ha cortado esos lazos, y ahora hay firmas del sector están echando el cerrojo en la fría región estadounidense.

El pasado 19 de agosto, Whittier Seafood, firma proveedora de pescado y marisco, se declaró en bancarrota. Desde su fundación en 2017, esta compañía ha operado una planta de procesamiento de pescado en uno de los mayores entrantes del Golfo de Alaska, denominado Prince William Sound. Allí se pueden encontrar numerosas y exquisitas variedades de salmón, gambas y almejas, aunque buena parte de lo procesado provenía del suministro de Marine Fishing International (MFI), firma hermana de Whittier, a través de firmas pesqueras en aguas rusas, hogar de los mejores cangrejos reyes del mundo. Sin embargo, la guerra de Ucrania ha hecho saltar por los aires toda esta cadena de suministro, sumiendo a Whittier Seafood en la bancarrota.

Por un lado, las sanciones impuestas a Rusia por Occidente impidieron a JSC Tefida, compañía ubicada en el puerto de Vladivostok, seguir proveyendo de crustáceos a MFI, lo cual golpeó duramente a Whittier Seafood. Además, el gobierno ruso decidió posteriormente revocar las licencias de pesca de JSC Tefida, y este año llevó a cabo la confiscación estatal de dicha empresa. El efecto dominó ha sido un torpedo en el casco del Whttier Seafood, un navío que también ha sufrido las inclemencias de los vientos soplados por la opinión pública, pues entre sus clientes habituales aumentó el desinterés por los productos rusos tras la invasión de Ucrania.

Además, una entidad crediticia que denunció falta de pagos por parte de Whittier ha señalado negligencias en la gestión de dicha empresa. La entidad, que proporcionó dinero a Whittier para invertirlos en la construcción de una planta en Washington DC, señala que una de las causas del declive de Whittier ha sido la mala administración de la compañía. Una firma que ha mostrado su intención de reestructurar su propia deuda para volver a resurgir al calor del aumento de los precios del salmón en 2025, tal y como ha señalado Aleksey Kozlov, fundador de Whittier.

La caída en desgracia de Whittier Seafood se enmarca en un contexto de dificultades para la industria pesquera mundial, golpeada duramente por la guerra de Ucrania y la inflación global. Así, numerosas piscifactorías se han visto afectadas por el incremento de los precios energéticos y por la ralentización en las exportaciones de ostras. En la misma línea, los procesadores de alimentos han sufrido una reducción del suministro de materias primas, como harina y cereales. En este sentido, Alemania y Países Bajos han detectado una reducción de la disponibilidad de abadejo y bacalao proveniente de Alaska.

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