
Poco más de diez años tras su fundación, Wallapop ha conseguido derribar las barreras asociadas al consumo de productos reutilizados y facilitar a las personas una forma más humana y consciente de consumir. Nuestro estudio La Red del Cambio, cuyos inicios se remontan a 2020, nos ha permitido constatar esta evolución y ver, tras cada edición, cómo los españoles cambiaban progresivamente su percepción sobre la reutilización y el consumo circular. A lo largo de los años, los datos nos han mostrado un mercado en pleno crecimiento que apuntaba a pensar que la reutilización ya no era tanto una tendencia, sino una realidad de consumo para la población española.
Por eso, cuando planteamos la cuarta edición de La Red del Cambio, el reto fue entender qué nos depararía el futuro. En el último lustro, Wallapop ha experimentado un crecimiento sin precedentes, alcanzando los más de 19 millones de usuarios, y todos los indicadores apuntan a una progresión positiva del mercado. Entonces, desde la compañía nos preguntamos: ¿cuál es la siguiente revolución en el consumo de productos reutilizados?
Como siempre que uno se pone a pensar en el futuro, nos imaginábamos lo que para nosotros sería el equivalente a los viajes por teletransporte: una sociedad vanguardista en la que lo reutilizado es una tendencia de consumo mayoritaria. Y, ante nuestra sorpresa, los resultados no han sido muy diferentes a nuestras expectativas. Pero, lo que quizás no esperábamos, era constatar que el futuro está más cerca de lo previsto.
Nuestra imagen ideal no es muy distinta a lo que ya estamos viviendo: los artículos reutilizados no solo están asentados para la gran mayoría de las personas en España, sino que su compra y venta es una elección cotidiana. En comparación con otros países europeos con una historia de circularidad mucho más extensa, como pueden ser Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia o los Países Bajos, hemos alcanzado niveles de penetración muy similares, en muy poco tiempo.
Las motivaciones de este fenómeno son diversas. No desvelamos ningún secreto si decimos que para el 94% de las personas el factor económico es determinante en todas sus decisiones de compra. Hoy en día, casi 7 de cada 10 hogares en España se enfrentan a dificultades para llegar a fin de mes y, por lo tanto, muestran una considerable preocupación por el gasto. A esta realidad, además, se le suma el peso que la sostenibilidad adquiere en las decisiones de consumo del 80%, en un segundo término.
Ante este escenario, la reutilización se presenta como una alternativa en la que, tanto las personas, como el medioambiente, pueden encontrar un beneficio positivo, una respuesta a las tensiones entre sostenibilidad, precio y un mermado poder adquisitivo. Solo pasado año, la comunidad de Wallapop generó un ahorro al medioambiente de más de 520 mil toneladas de C02, el equivalente 0,2% del total de emisiones en España en un año, y un ahorro económico colectivo que asciende hasta los 2.463 millones de euros, el equivalente a lanzar 40 cohetes Falcon 9 de SpaceX al espacio.
Las personas ya están beneficiándose del doble impacto de estas compras y ventas, que responde a su sensibilidad a factores económicos y les permite ser sostenibles. El 80% busca en su hogar al menos una vez al año qué es lo que no usa para venderlo y que otros puedan darle una segunda vida y, en cinco años, el 70% cree que lo hará muy a menudo, garantizando la oferta necesaria para hacer posible un consumo más circular. Por otra parte, 9 de cada 10 ya se plantean escoger productos reutilizados ante cualquier ocasión de compra, a los que dar una segunda vida, y también han surgido nuevos negocios y profesionales especialistas en reacondicionar estos productos, sofisticando un paso más el sector.
Con todo esto, las personas nos están dejando claro que quieren ser más conscientes, desean reflexionar más sobre sus compras y vender lo que no necesitan, pero para ello necesitan tomar decisiones más informadas y contar con las herramientas que les faciliten esta tarea. Por ejemplo, 8 de cada 10 personas estarían interesadas en que los productos tuvieran un etiquetado que les facilitara información al respecto, aludiendo a su durabilidad, materiales empleados, posibilidades de reparación o reciclaje, muy en línea con el trabajo que ya se está haciendo a nivel institucional.
Pese a todo ese progreso, todavía queda camino por recorrer. Cada vez más, las personas priorizan opciones más conscientes y humanas, e impulsan una economía más circular, con la que ganamos todos. No obstante, sólo el 7% de la economía, en el que se encuentran ejemplos como Wallapop, responde a este modelo, lo que significa que este modelo productivo y de consumo tiene un amplio margen de crecimiento. Esta evolución imparable acaba de empezar, y se completará cuando todos los actores -no sólo los individuos, sino también las instituciones, el tejido empresarial- se sumen al cambio.