Seguramente una de las cosas que peor sabemos hacer los seres humanos es separarnos. Sólo hay que pensar como son los divorcios y las desvinculaciones entre trabajadores y empresarios. Al fin y al cabo, despedir también puede ser una forma de hacer justicia, porque si no se castiga a quien yerra no se premia a quien progresa.
El fútbol expresa esta realidad. El nuevo presidente del Barça, en tono de arrebato para desviar la atención principal del caso Rosell, se estrenó diciendo que "perdimos a Di Stéfano en los despachos, pero no perderemos a Neymar". Bartomeu se refería a aquella intervención que tenía de todo menos salomónica del conde del Alcázar de Toledo, el general Moscardó, que sentenció que primero jugaría dos años de blanco y luego dos de azulgrana. Lógicamente no sucedió así. Pero si alambicado fue el fichaje de Di Stéfano, más lo fue la salida del Madrid a sus 38 años, en la temporada del 64, cuando el club pensaba que ya no era el de la década anterior.
Ya dos años antes, en la final de la Copa de Europa del 62 contra el Benfica, de la que Eusebio guarda como su mayor trofeo la camiseta de Di Stéfano, el profeta del banquillo Béla Guttmann sentenció en el descanso, después de que sus jugadores acallaran sus quejas porque se sentían impotentes ante los blancos contra los que perdían 1 a 2, ya que el partido estaba ganado. "No se preocupen. El ciclo del Madrid en Europa se ha acabado", dijo. Al final del encuentro ganaron 5 a 3. Pero la desafección entre el Madrid y Di Stéfano llegó dos años después en una nueva derrota del Madrid en la final de la Copa de Europa, esta vez ante el Inter de Helenio Herrera, quien decía que "si Pelé es un violín, Di Stéfano es la orquesta entera".
Tras el encuentro, Miguel Muñoz, el entrenador madridista que también había dicho de Di Stéfano que "con él tenemos dos jugadores en cada puesto", y la saeta rubia se llamaron de todo. Bernabéu, el presidente que más había idolatrado al fenómeno, dijo tras la derrota que "la final había sido el triunfo de la juventud. No se puede vivir siempre de los lauros conquistados". Ya en Barajas, Bernabéu sentenció: "En nuestras filas hay necesidad del relevo de algunas de las que fueron grandes figuras". Di Stéfano salió por la puerta de atrás para jugar en el Espanyol que entrenaba Kubala, aunque hubiera sido jugador del Madrid toda su vida como Pedro J. director de El Mundo. Es muy diferente que te vayas a que te vayan o te vallen (de clavar maderos).