Si sacase mi lado Scrooge diría que esta semana ha habido dos noticias que me han sacado la expresión: ¡Bah, paparruchas! La primera es que no entiendo que alguien muestre sorpresa tras el expediente que ha abierto la Unión Europea a siete clubes de fútbol (Real Madrid, Athletic, Barcelona, Osasuna -los cuatro equipos que no son sociedades anónimas deportivas- y Valencia, Elche y Hércules). Escama que Bruselas no amenace con expedientar con ayudas de Estado a todo el fútbol español, puesto que todos los equipos tienen deudas con la Seguridad Social, con Hacienda o con ambas.
La segunda sorpresa es ver como titular que la bolsa española es líder en rentabilidad por dividendo, cuando lo lleva siendo una década. Este es el fantasma del pasado que visita a Scrooge. La bolsa española es desde comienzos de los años dosmil plusmarquista en retribución al accionista en Europa, cuando comenzó a superar el 3 por ciento de rentabilidad media, y en años de fuertes castigos bursátiles como 2008 y 2011 elevó la retribución del Ibex hasta casi el 7 por ciento (de media).
La visita del fantasma de la retribución presente te enseña el efecto del scrip, que consiste en que como no puedes remunerar al accionista lo que venías entregando en años pasados, se lo das en papelitos ampliando capital. De este modo, el accionista se queda con más acciones (pero con menos BPA -beneficio por acción- en ellas) o cobra el dividendo en metálico, pero diluye su participación. Esta neblina dickensina del fantasma de las navidades presentes, que edulcora las rentabilidades reales por dividendo de la bolsa española frente a sus comparables extranjeros, se ha condensado hasta una densidad del 40 por ciento del total del dividendo . ¡Y ha alcanzado un espesor tan grande que impide que muchos recuerden como es el verdadero paisaje del dividendo de la bolsa española!
El fantasma de las navidades futuras nos descubre que el engaño de una retribución alterada no pasa desapercibida para los inversores más profesionales y dilapida ese brillante pasado de una bolsa que tenía uno de sus principales atractivos en la generosidad de sus empresas repartiendo las ganancias con sus accionistas. Las bolsas europeas ya sienten que la tradición de su dividendo sufre la competencia estadounidense. Si Wall Street suma al clásico dividendo las recompras de acciones ya gana el pulso. ¡Paparruchas para algunos!