La trayectoria política de Pedro Sánchez no se parece a ninguna otra. Hace dos días, pocos hubieran apostado por que ganara la moción de censura. Hace una semana, sonaba imposible que hoy tomase posesión como presidente del Gobierno. Hace un año, recorría el país con su Peugeot 407, dado por muerto por su partido y sin cargo político alguno. Este fin de semana se mudará a La Moncloa.
Es el político de las siete vidas, el eterno perdedor en las primeras oportunidades que siempre está esperando que la puerta se abra por segunda vez. Su carrera política ha sido un constante altibajo entre el fracaso y de éxito. Tenacidad para sus cercanos, ambición ciega para sus críticos, lo innegable es que Pedro Sánchez no se rinde nunca.
Fue encumbrado por sorpresa en 2014, cuando ganó de calle las primarias contra Eduardo Madina, aupado -quién lo iba a decir- por Susana Díaz. Dos años después, el 1 de octubre de 2016, fue forzado a dimitir en un movimiento inédito del viejo aparato del partido. El 29 de octubre, renunció al acta de diputado en el Congreso. Tomó esta decisión para no tener que incumplir el mandato del Comité Federal de abstenerse para facilitar la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno tras las elecciones del 26 de junio. Y Sánchez, "que es una roca, nunca muestra sus sentimientos", según dicen sus allegados, bajó a los infiernos. "Es la primera vez que le vimos hundido", dicen los pocos que se quedaron a su lado. Estaba acabado, coincidían todos los demás.
Pero renació. Cogió su coche y se tiró a la carretera, pidió dinero a la militancia para hacer campaña y se presentó a las primarias de mayo enfrentándose a Susana Díaz, con todo el aparato del partido en contra. Un pulso imposible. La militancia le otorgó, masivamente, la confianza.
Sánchez, madrileño que solo cumple años cada cuatro, -nació el 29 de febrero de 1972- se afilió al PSOE en 1993. Alero del Estudiantes en su juventud, a los 21 años decide dejar el baloncesto y centrarse en sus estudios en Ciencias Económicas y Empresariales, carrera en la que se licenció en 1995.
Con 26 años, trabajaba como asesor en el Parlamento Europeo y más tarde como jefe de gabinete del alto representante de la ONU en la guerra de Kosovo. Aunque apuntaba alto, pero siempre fue un escalón por detrás.
Desde ahora afronta el mayor reto de su carrera política y de su vida. Será el primer presidente del Gobierno que no es del partido más votado, el primero que no es diputado y el único que va a tener una Presidencia del Congreso de otro partido. Con la mayoría del Senado en contra, una amalgama de siglas en el Parlamento y solo 84 diputados. Lo lógico sería pensar que es imposible. Pero es Pedro Sánchez.