Política

Camino de vuelta a elecciones: las cuatro caras de una derrota política

  • Se empezó con el gran pacto y se ha acabado en el gran fracaso
  • Cuatro torpes 'cocineros' han hecho un pobre relato a fuego lento
Los cuatro 'cocineros' del actual fracaso político. Montaje: EcoDiario.es / Imágenes: EFE

Pues sí amigos, ya nos tienen otra vez donde querían. Justo en la fina línea que separa el portentoso milagro del fracaso más absoluto. Sin más esperanza que encomendarnos a la Virgen del Gran Remedio, por ponerle delante ese adjetivo calificativo que ha marcado toda la campaña postelectoral: Gran, gran, gran. Se empezó con la gran coalición, se pasó por el gran pacto, se acabó en el gran fracaso. Al final va a resultar que lo que faltó fue un gran político.

El caso es que cuatro torpes cocineros nos han preparado un pobre relato a fuego lento que ya está llegando a su punto de cocción, aunque las ollas hiervan poco a falta de fuego parlamentario. Pongo una pizca de entrevista por aquí, rehogo una reunión por allá. Pues no nos ha quedado bien el sofrito, qué le vamos a hacer. Al final cenamos fuera. Reservo en la casa del Rey el lunes y el martes. Picamos una ración de consultas y prontito a casa.

Quedan apenas diez días para el toque de queda y da la sensación de que ya está todo el pescado vendido, porque ha pasado el tiempo suficiente sin que se mueva un papel para ir encargando sobres e imprimiendo papeletas. O quizás para esperar lo inesperado con redundancia, y que nos pille con cara de tontos.

A estas alturas, y a falta de noticias desde el frente, estas son las cuatro caras de una caja que encierra el fracaso político en España. Cuatro líderes que no han sido capaces de casi nada. Que han jugado a empatar a ver si llegaban pronto los penaltis. Y que disputarán el partido de desempate el próximo 26 de junio. Con los mismos titulares. Y en la prensa también.

Podemos, o la confluencia si llueve

Santa Bárbara, por seguir con vírgenes. La misma a la que mentas cuando negros nubarrones se aproximan en el horizonte. Tras inefables desplantes, Podemos e IU invocan ahora a la Unidad Popular, en mayúsculas, porque algo habrá que hacer para no perder diputados. Y algunas encuestas dicen que se pueden ganar. Ay, el sorpasso, con ese seseo insesante.

Todo indica que Pablo Iglesias está desgastado pidiendo coba (o ganándose enemigos) y que a Alberto Garzón, tras jugar impecablemente su carta de coherencia, le va a importar un bledo perder unas siglas por el camino. Quizás no en algún territorio irredento, léase Valencia o Asturias, pero si en el suficiente espacio para que el órdago sea peligroso. Ya se han sentado otras veces y ya se han levantado airados, pero ahora la cosa parece que va en serio. Transformar la realidad es sobrevivir.

Hola soy Rajoy y escribo tuits

Dicen que aún queda algún nonagenario en la sala que vio a Mariano Rajoy ejercer de político por última vez. Este jueves, a parte de confirmar que le va a decir a Felipe VI que está lesionado y que se borra del partido del lunes, le ha dado por escribir un tuit. Oye Pedro, el tema este de la Gran Coalición, anda, anímate. Y de vuelta a la cueva.

No hay nadie en el Partido Popular que se atreva a desafiar públicamente al líder, y por algo será. Hay una especie de confianza ciega (y algo demoscópica) en que el redil de votantes populares espera una segunda oportunidad porque en la primera se equivocaron de papeleta. Eso y la esperanza de que más gente se quede en casa un domingo de junio.

Albert no quiere (y no puede)

Incluso sabiendo que algún adversario político hizo el ridículo a los dos días del resultado del pasado 20D, Albert Rivera, cautivo y desarmado, volvió a pronunciar este jueves las palabras mágicas: Presidente independiente, que en España rima con Mario Monti y con tecnócrata tardofranquista, con razón o sin ella. Por eso una mueca hilarante ha recorrido muchas bocas en el momento en el que el líder de Ciudadanos expresaba su frustración en una entrevista en Telecinco.

Dispuesto a apartarse, ha dicho. Y que gobierne alguien que no ha recibido un solo voto. A primera vista, un plan un poco aventurado en el clima de desazón reinante. Rivera no quiere ir a elecciones porque le dan pánico, y se la ha notado desde el principio. En medio de la construcción de su relato particular, no está seguro si le conviene mostrarlo o no. Y en esas está.

Pedro y el lobo

Muy probablemente estos meses transitorios hayan sido el momento en el que Pedro Sánchez ha tenido más cerca ser presidente del Gobierno. Y tal vez él y nadie más que él se lo haya creído de verdad. No se puede decir que no le haya puesto voluntad, pero de voluntad no vive el político real, desgraciadamente. La confluencia Podemos-IU escama y asusta en cierto sector del PSOE, pero parece que algunos socialistas están más pendientes de su ombligo que de ser tercera fuerza política y afrontar la temible disyuntiva de apoyar al PP o a aquel que les quiere muertos. Guatepeor siempre es una posibilidad.

En otra coyuntura interna, un encuentro Iglesias-Garzón con visos de éxito hubiese sido más que suficiente para aceptar a Podemos como animal de compañía dentro de un Gobierno. Pero en las guerras fratricidas no ves más allá de tu puñal. Y así se acaban produciendo los naufragios.

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